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Equinoccio. Revista de psicoterapia psicoanalítica, 3
(1), enero-mayo 2022, pp. 215-221.
ISSN: 2730-4833 (papel), 2730-4957 (en línea). DOI: doi.org/10.53693/ERPPA/e3.1.12
La asimilación cultural se gesta a partir de los caminos generados por
el comercio, la educación y el mestizaje que se congregaba allí. Distintas
creencias, costumbres y formas de vida comenzaron a arraigarse en los
territorios conquistados por Alejandro. Helenismo fue el nombre que se
adjudicó a esa primitiva globalización. La Biblioteca de Alejandría nació
de cierta manera como elemento que acompañaba a esta nueva forma de
vivir en la civilización clásica, ampliando las relaciones humanas.
El Museo de Ptolomeo fue una institución muy ambiciosa en el he-
lenismo, se convirtió en una forma originaria de centro de investigación.
Los mejores escritores, científicos, filósofos de la época eran invitados,
se les otorgaba un puesto de por vida remunerado, con el fin de que allí
se desarrollasen nuevas formas de saber. Los pensadores tenían acceso
a un sinfín de textos con los cuales aprender el oficio de pensar. Así, la bi-
blioteca fue concebida como un espacio desde donde partirían las rutas
hacia el futuro.
Los juncos de papiros que crecían a las orillas del Nilo fueron el ma-
terial con que los egipcios descubrieron que podían construir hojas para
la escritura. La literatura fue escrita en rollos de papiros durante siglos
por griegos, hebreos y romanos. La escritura buscó infinitas posibilidades
de soporte, entre ellas se escribió sobre piedras, madera, metal, incluso
sobre barro; el rollo de papiro fue un notable avance, dotado de una flexi-
bilidad y ligereza que hacía su transporte accesible.
La aparición de las bibliotecas, las innovaciones en relación con los
materiales, la forma de acopio, preservación, orden y selección de libro
surgieron allá y entonces como elementos novedosos, rarezas de aquella
época que hoy forman parte de nuestra vida cotidiana.
La globalización romana, mediante la cual se comenzaba a atravesar
continentes, desiertos, montañas y mares, promovió lectores de lejanos
territorios. En las urbes, se instalaron bibliotecas en los baños romanos