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Equinoccio. Revista de psicoterapia psicoanalítica, 2
(2), julio-diciembre 2021, pp. 159-177.
ISSN: 2730-4833 (papel), 2730-4957 (en línea). DOI: doi.org/10.53693/ERPPA/2.2.9.
con discapacidad, con retrasos leves, que tienen mucha furia y presentan
ruptura de objetos en la casa. Y cuando pregunto si este síntoma es pan-
démico, me dicen que no, que antes lo hacía, pero que ahora hay mucha
repetición y están muy asustados. Después es importante ver si hay que
medicar, si hay que consultar con un psiquiatra, porque la furia puede ser
muy riesgosa; pero cuando empiezo a hablar de la sexualidad los padres
dicen que es un tema en el que ellos tienen miedo de indagar. «Yo sé que
él se toca, está mucho tiempo en el baño, pero nosotros no hablamos
porque es tan especial él».
Tenemos que asesorar a la familia sobre cómo poder hablar. Porque la
violencia es la expresión de un sufrimiento que está callado. Es violento
el adolescente porque está violentado en el silencio familiar. La sexuali-
dad es un derecho. «Yo no sé si puede tener relaciones», me dicen, pero
habría que ver por qué no podría tener relaciones, hay que ver con quién,
cómo, hay que hacer preguntas muy cuidadosas. Los padres plantean:
«Yo no quiero que pague por una mujer, una prostituta», pero no se trata
de eso, sino de su derecho a su propia sexualidad.
Tenemos que poder plantear la importancia de cuidar su sexualidad
como cuidamos la de cualquier hijo que va creciendo, al que uno le ha-
bla. Porque después, cuando la familia empieza a hablar o yo a indagar,
el joven ya se recorrió un montón de videos, ya estuvo por todos lados
y ahí le puede contar a la familia qué está haciendo. A lo mejor estuvo
chateando en foros en los que no sabemos con quién se vincula, incluso
con menores.
Insisto, en definitiva, en la violencia como un representante. Pueden
ser violencias pasivas, que la familia lo violente. Por ejemplo, en pande-
mia hubo mucho duelo, muchas muertes por familiares, y una forma de
violentar al adolescente es no hablar de que la abuela se murió, que no
sigue internada. Entonces, le planteo a la familia que él percibe todo esto,
que él sabe que algo pasa. «No, ¿cómo va a saber?». Y yo enfatizo en que