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Equinoccio. Revista de psicoterapia psicoanalítica, 2
(2), julio-diciembre 2021, pp. 63-84.
ISSN: 2730-4833 (papel), 2730-4957 (en línea). DOI: doi.org/10.53693/ERPPA/2.2.4.
«Diego me cansa, me agota, vengo luchando desde que nació… Todo
es Diego.» ¿De cuál lucha habla?, ¿de la suya como madre o como hija?
La llegada de Diego a su vida la enfrenta a la maternidad y, al mismo
tiempo, a su imposibilidad de concebir. Me pregunto: ¿qué lugar viene a
ocupar Diego?, ¿qué significantes le son asignados?, ¿qué vacío tiene que
llenar?, ¿qué posibilidades tiene de existir?1
Me pregunto también quién trae a quién a la consulta: ¿Estela trae a
Diego o es traída por él? ¿Qué sucedió en etapas tempranas del desarro-
llo de Diego? ¿Podríamos pensar en una depresión materna? ¿Qué cosas
no pasaron cuando algo tenía que pasar (Winnicott, 1989)?
Poco a poco, en el correr de los encuentros, logramos desenredar las
historias, abrir preguntas, encontrar respuestas. Poder centrar la atención
en el aquí y ahora del vínculo y salir de la terrible historia de abandono y
rechazo de Diego, para poder ahondar en la suya. Pasamos de la tragedia
al drama para que Estela pudiera afrontar por sí misma sus conflictos.2
Estela puede comenzar a pensar a partir de su historia y comprender
que su depresión viene de otros tiempos. «Es una cosa no resuelta de
niña, que yo tendría que haber resuelto antes de Diego… Él vino a que yo
pudiera», dirá Estela tiempo después.
Usted me confunde y no sé qué pretende
Ya le expliqué, pero se ve que no entiende
Y esa equivocación es un error grande
1 Ricardo Rodulfo (1989) plantea la importancia de preguntarnos frente a un paciente: ¿qué
representa este chico para el deseo de los padres?, ¿para qué se lo desea? El mito familiar
(puñado de significantes dispuestos de cierta manera) se caracteriza por lo que el niño respi-
ra allí donde está colocado.
2 Susana García Vázquez (2010) cita a Alain Fine (2002), quien plantea que los «pacientes cu-
yas inscripciones en el orden de lo trágico quedaron fijadas como tales y no pueden imaginar
ser ellos mismos autores de su propia existencia, quedando presos de un destino, un pasado
eternamente presente» (s. p.).