INTERVENCIONES PSICOANALÍTICAS
EN LAS DINÁMICAS DE PAREJA:
UNA PERSPECTIVA DE GÉNERO
PSYCHOANALYTIC INTERVENTIONS IN COUPLE
DYNAMICS: A GENDER PERSPECTIVE
INTERVENÇÕES PSICANALÍTICAS NAS DINÂMICAS
DE CASAIS: UMA PERSPECTIVA DE GÊNERO
María Gabriela Córdoba
Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional
de Tucumán y Centro SOMOS* NOA
San Miguel de Tucumán, Argentina
Correo electrónico: cordobamg@gmail.com
ORCID: 0000-0002-3187-1066
Recibido: 11/2/2025
Aceptado: 4/4/2025
Equinoccio. Revista de psicoterapia psicoanalítica, 6(1), enero-junio 2025, pp. 141-158.
ISSN: 2730-4833 (papel), 2730-4957 (en línea). DOI: doi.org/10.53693/ERPPA/6.1.8.
Para citar este artículo / To reference this article / Para citar este artigo
CÓRDOBA, M. G. (2025). Intervenciones psicoanalíticas en las dinámicas de pareja: una
perspectiva de género.
Equinoccio. Revista de psicoterapia psicoanalítica, 6
(1), 141-158.
DOI: doi.org/10.53693/ERPPA/6.1.8.
Creative Commons Reconocimiento 4.0 Internacional (CC BY 4.0)
Submitted: 2/11/2025
Accepted: 4/4/2025
Recebido: 11/2/2025
Aceite: 4/4/2025
Resumen
En este artículo se analizan las dinámicas intersubjetivas de parejas heterosexua-
les de mediana edad desde una perspectiva psicoanalítica y de género. Se estudian pa-
trones relacionales basados en el conocimiento relacional implícito y su impacto en
las interacciones afectivas, y se exploran conceptos como el apego, el reconocimiento
mutuo y las tensiones de género. Asimismo, se aborda cómo las estructuras de género
inuyen en la regulación emocional y en la construcción de la pareja. Finalmente, se
propone una reexión sobre la necesidad de fomentar relaciones más equitativas que
promuevan el bienestar mutuo.
Palabras clave: pareja, género, apego, intersubjetividad, reconocimiento.
Abstract
This article analyzes the intersubjective dynamics of middle-aged heterosexual
couples from a psychoanalytic and gender perspective. We examine relational patterns
based on implicit relational knowledge and their impact on affective interactions,
exploring concepts such as attachment, mutual recognition, and gender tensions. The
article also discusses how gender structures inuence emotional regulation and the
construction of the couple’s relationship. Finally, we propose a reection on the need to
foster more equitable relationships that promote mutual well-being.
Keywords: couple, gender, attachment, intersubjectivity.
Resumo
Este artigo analisa as dinâmicas intersubjetivas de casais heterossexuais de meia-
-idade a partir de uma perspectiva psicanalítica e de gênero. Estudamos padrões rela-
cionais baseados no conhecimento relacional implícito e seu impacto nas interações
afetivas, e exploramos conceitos como apego, reconhecimento mútuo e tensões de gê-
nero. O artigo também aborda como as estruturas de gênero inuenciam a regulação
emocional e a construção da relação de casal. Por m, propomos uma reexão sobre a
necessidade de fomentar relações mais equitativas que promovam o bem-estar mútuo.
Palavras-chave: casal, gênero, apego, intersubjetividade.
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INTRODUCCIÓN1
El yo de un sujeto se estructura progresivamente mediante la inte-
racción con sus cuidadores y otras guras signicativas de su entorno,
mediada por cualidades generales de la sensorialidad y componentes
viscerales y cenestésicos, que propician intercambios afectivos cons-
tantes. A partir de estas experiencias iniciales se desarrolla el conoci-
miento relacional implícito, denido como la forma particular en que
cada individuo «es con alguien» (Stern, 1985, p. 34). Este conocimien-
to incluye esquemas procedimentales sobre cómo interactuar con los
demás y cómo estar en compañía del otro, al congurar patrones re-
lacionales afectivos que se adquieren a través de la interacción y la
imitación. La manera en que las guras signicativas tempranas inte-
ractúan emocionalmente entre sí y con el niño moldea las conductas
que este desarrollará posteriormente para preservar la cercanía y el
afecto del otro.
Estos conocimientos relacionales se encuentran transversalizados
por el género. Desde los primeros vínculos intersubjetivos, los infantes
se introducen en un universo de representaciones donde las distincio-
nes entre lo femenino y lo masculino están delineadas con claridad,
pues el género social se presenta intrínsecamente dualista. De este
modo, la subjetividad inicial se congura en torno a la diferencia se-
xuada, lo que promueve la interiorización de pautas emocionales y re-
lacionales ajustadas a expectativas culturales que prescriben y pros-
criben maneras de sentir, pensar y obrar en clave de género.
Chodorow (1984) señala que el recién nacido congura su expe-
riencia a partir de una relación afectiva, rítmica, multifacética y cons-
tante con sus cuidadores, lo cual deja como impronta una memoria de
intimidad singular que el sujeto intentará reproducir a lo largo de su
1 La editora Laura de Souza aprobó este artículo.
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vida. Las respuestas diferenciales de los adultos cuidadores a las ex-
presiones emocionales de los infantes según su sexo-género inuyen
profundamente en sus patrones afectivos. Según Chodorow (1984),
la relación cercana y persistente con la madre genera en las mujeres
una memoria procedimental de cercanía íntima que no se fomenta de
igual modo en los varones, quienes deben negar la conexión afectiva
con la madre y coartar y suprimir prácticas de cuidado para ajustarse
a los ideales viriles tradicionales.
De este modo, los infantes aprenden qué aproximaciones afectuo-
sas serán validadas o rechazadas por sus padres en función de la so-
cialización diferencial de género. Como resultado, se conguran patro-
nes implícitos de interacciones afectivas en los que se fomenta que las
niñas desarrollen habilidades para la empatía, la conexión y la depen-
dencia, mientras que los varones son orientados hacia la autonomía y
la distancia emocional, y apartados de elementos de afecto, sostén y
cuidado del otro.
Las experiencias vinculares tempranas inuyen en la adultez a
través de estos patrones relacionales afectivos aprendidos, que se
constituyen como modelos implícitos de aproximación emocional al
semejante. Estos patrones se experimentan en el cuerpo como esque-
mas de acción con correlato físico (Font Saravia et al., 2021), en los que
el sujeto no es consciente de estar reproduciendo respuestas aprendi-
das en el pasado. Desde los aportes freudianos podríamos suponer que
son representaciones-cosa no simbolizadas, aunque posteriormente
podrían ser representadas en términos simbólicos (Córdoba, 2024).
Estos patrones conguran el estar con en las relaciones de pareja,
operan como esquemas organizadores de la experiencia vincular, que
a menudo suceden sin percatación consciente. En la experiencia re-
lacional cotidiana, esos patrones pueden mantenerse similares a los
adquiridos en las primeras interacciones y funcionar como esquemas
jos, asociados con impulsos de acercamiento o de evitación del otro.
O, por el contrario, también pueden transformarse en conguraciones
más integradas y adaptativas si las condiciones vinculares propician
su desarrollo (Lyons-Ruth, 2000).
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METODOLOGÍA
El presente artículo se centra en el análisis vincular de parejas he-
terosexuales tucumanas con un nivel socioeconómico medio, un capi-
tal cultural medio-alto, y de mediana edad —de entre 40 y 55 años—,
etapa en la que las parejas suelen haber alcanzado importantes obje-
tivos vitales en su vida en común. Estas relaciones se apoyan en el es-
tatus vincular construido, que genera «una interdependencia y senti-
miento de solidaridad aceptado, al principio, muy a gusto» (Willi, 1978,
p. 19). Sin embargo, esta etapa del ciclo vital también se caracteriza
por una mayor libertad individual, que lleva a que las personas re-
planteen los motivos que sostienen la relación, lo cual da lugar a diná-
micas intersubjetivas complejas que desafían la estabilidad vincular.
La investigación se basó en un diseño cualitativo, enfocado en
comprender las narrativas y representaciones que las parejas cons-
truyen sobre sí mismas y su vínculo. Se seleccionó una muestra in-
tencionada de doce parejas heterosexuales de mediana edad, quienes
participaron en procesos de psicoterapia psicoanalítica en los últimos
cinco años y accedieron voluntariamente a participar de esta investi-
gación luego de rmar un consentimiento informado. El análisis partió
de entrevistas en profundidad, que se estructuraron en torno a dos
objetivos principales: identicar las memorias procedimentales y los
patrones relacionales adquiridos en la infancia, y analizar cómo estos
patrones inuyen en las dinámicas afectivas y vinculares de pareja en
la adultez. En estas entrevistas se estableció una relación de escucha
activa que asoció el respeto por la singularidad de la historia de las pa-
rejas con una construcción metódica sustentada por el conocimiento
de las condiciones objetivas (Bourdieu, 1999). Al explorar diferentes
dimensiones de las historias vinculares de los participantes, se pudo
acceder a sus patrones relacionales. La interacción verbal sirvió como
vía regia para identicar no solo estos patrones, sino también dinámi-
cas inconscientes y mecanismos defensivos.
El enfoque interpretativo basado en el psicoanálisis intersubjeti-
vo con perspectiva de género y en la teoría de las representaciones
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sociales permitieron articular los relatos de cada uno de los integran-
tes de las parejas con las normas y valores culturalmente construidos,
y reconocer el impacto de la socialización generizada en la conforma-
ción de los esquemas vinculares. Las representaciones sociales, enten-
didas como un sistema de anticipaciones y expectativas que regulan
las interacciones en función de la consideración de lo que es lícito y
tolerable en un contexto social dado, constituyeron una herramienta
clave para interpretar los relatos. Estas representaciones, cristalizadas
en discursos y prácticas sociales, revelan cómo las parejas internali-
zan y reproducen normas y valores de género en sus dinámicas afec-
tivas y cotidianas.
En línea con lo expuesto en la introducción, el análisis se centró en
cómo los patrones relacionales aprendidos en la infancia —moldea-
dos por una socialización diferencial de género— se expresan en las
dinámicas de pareja. Este enfoque permitió observar cómo la interde-
pendencia, la solidaridad y las tensiones individuales se articulan en
las experiencias narradas por las parejas participantes, con las repre-
sentaciones y valoraciones colectivas. Los ejemplos que ilustran este
trabajo son extractos de las entrevistas realizadas.
PATRONES RELACIONALES
La experiencia vincular se estructura mediante la actualización de
esquemas o patrones relacionales de aproximación o evitación hacia
los demás, sin que las personas sean conscientes de que estas res-
puestas se originaron en las relaciones primarias y que se repiten a lo
largo de su desarrollo vital. En las parejas participantes en la investi-
gación se observa que muchos varones tienden a reprimir sus necesi-
dades afectivas y priorizan relaciones basadas en expectativas rígidas
y abstractas, que se asocian con un desempeño de rol viril estereotipa-
do. Esto suele traducirse en una dicultad para responder emocional-
mente en las interacciones y para adoptar actitudes o usar palabras
que reejen la existencia de una experiencia afectiva compartida. En
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consecuencia, surge una ausencia de resonancia emocional y cogniti-
va que obstaculiza la habilidad para sintonizar emocionalmente con
otra persona (Córdoba, 2024).
La dicultad interna de los varones para reconocer y conectar con
sus propios estados emocionales se vincula, a nivel intersubjetivo, con
un mandato de género que posiciona a las mujeres de esta franja eta-
ria en un lugar de «intérpretes emocionales». Estas asumen, conscien-
te o inconscientemente, la responsabilidad de identicar, verbalizar
y ayudar a procesar las emociones dentro del vínculo. Esta dinámica
está tan arraigada en la identidad femenina que empuja a muchas
mujeres a buscar relaciones de cuidado que refuercen su autoestima
al sentirse necesitadas, en lo que Levinton (2009) describe como una
narcisización femenina del apego. Este particular posicionamiento feme-
nino en el que las mujeres asumen por mandato la responsabilidad
emocional de mantener el bienestar de la relación —aunque esto no
implique que posean los instrumentos afectivos adecuados para ha-
cerlo— genera diferentes reacciones en los varones. Por un lado, están
quienes perciben a sus parejas como reguladoras emocionales y, por
otro, quienes las consideran invasivas respecto a sus procesos internos.
En el primer caso, las mujeres operan como moderadoras afecti-
vas: muchas son capaces de identicar incluso señales afectivas míni-
mas en sus parejas, reconocerlas y devolverlas en una suerte de espejo
emocional en el que les muestran a los varones sus ritmos, intensida-
des y tonos emocionales, tanto en sus expresiones verbales como no
verbales. Muchos hombres aceptan e incluso buscan esta mediación
emocional, delegando en sus parejas la interpretación y el manejo de
sus experiencias afectivas de manera constante (Córdoba, 2024).
Por otro lado, existen varones que perciben esta intervención como
una intrusión en su espacio emocional. En estos casos, aunque el va-
rón no haya solicitado ayuda, la mujer intenta involucrarse para que
él verbalice lo que siente. Si bien puede haber mujeres que no respe-
ten ciertos límites, este tipo de dinámica podría estar relacionado con
hombres que, debido a relaciones primarias carentes de contención
emocional —en un entorno con cuidadores poco reexivos o con fallas
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Intervenciones psicoanalíticas en las dinámicas de pareja: una perspectiva de género
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en la regulación afectiva—, han desarrollado un conocimiento rela-
cional implícito limitado. Esta falta de contención temprana genera
una capacidad vincular rudimentaria en la adultez y genera que los
varones desconfíen de la posibilidad de ingresar en una experiencia
emocional compartida. En consecuencia, se aferran a defensas primi-
tivas o distorsiones de la realidad como mecanismos de supervivencia
emocional (Fonagy, 2003).
Estas dinámicas vinculares no solo reejan patrones relacionales
aprendidos, sino que evidencian la inuencia de las construcciones
de género en las interacciones afectivas. Comprender esta compleji-
dad invita a reexionar sobre cómo transformar estas conguracio-
nes para promover vínculos más equilibrados y enriquecedores, tanto
para hombres como para mujeres.
LA VINCULACIÓN AMOROSA: EL PRINCIPIO
DE IGUALDAD DE VALOR
El desarrollo de una relación de pareja suele iniciarse en un estado
de fusión, característico del enamoramiento, y avanza hacia el reco-
nocimiento progresivo de las diferencias individuales. En la investiga-
ción se identicaron parejas cuyas dinámicas oscilan entre distintas
formas de vinculación: algunas mantienen una relación fusional en
la que los límites intradiádicos son indenidos; otras se vinculan de
manera rígida, evitando la cercanía emocional por temor a perder su
autonomía, aunque mantienen fronteras externas difusas. También
se observan parejas que logran equilibrar espacios y tiempos indivi-
duales, respetando las singularidades personales mientras consolidan
una vida en común.
Según Willi (1978), el equilibrio de igualdad de valor obliga a los
miembros de la pareja a reducir discrepancias en su autoestima y a
gestionar las diferencias en sus posiciones de poder al interior de las
relaciones. Este proceso de ajuste mutuo no es jo ni permanente, sino
que exige una readaptación continua acorde a los cambios asociados
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a las etapas del ciclo vital que afectan la dinámica vincular. Los roles
de género tradicionales, sin embargo, suelen tensionar este equilibrio
y generar inestabilidades en las expectativas y responsabilidades asu-
midas por cada miembro de la pareja.
Un ejemplo de estas tensiones se reeja en el caso de Silvia y Juan.2
Silvia (47 años) dejó su carrera profesional para dedicarse al cuidado
del hogar y la crianza de sus hijos. Con el tiempo, comenzó a experi-
mentar esta situación como una injusticia que erosionó su bienestar.
Su relato reeja un resentimiento acumulado: «Antes lo apoyaba en
todo, ahora lo trato peor que al perro». Su frustración se convierte en
una actitud despectiva hacia el éxito profesional de Juan (53 años),
quien cuenta con una carrera exitosa y reconocimiento social. Movido
por sentimientos de culpabilidad, Juan responde con sumisión hacia
Silvia, lo que repercute negativamente en su autoestima y salud; inclu-
so ha desarrollado una gastritis nerviosa como expresión psicosomáti-
ca de su conicto interno. Willi (1978) plantea que, en estas dinámicas,
la persona con mayor diferenciación tiende a adaptarse a la de baja
diferenciación, saboteando sus propias capacidades y, en ocasiones,
canalizando su malestar emocional a través de procesos psicosomáti-
cos en un intento de limitar sus posibilidades de desarrollo y sostener
el equilibrio de igualdad de valor.
Por otro lado, en algunas mujeres de la muestra también se obser-
va la tendencia a inhibir su potencial para evitar que este supere al de
sus parejas. Solana (45 años) describe estar transitando «la etapa de
los sacricios». Arma que debe aparentar desinterés por ascensos o
avances en su carrera profesional para mantener la estabilidad de la
relación. «Preero decir que estoy enferma para no ser seleccionada
para un ascenso y así tener tiempo para él; de lo contrario, me deja»,
comenta. Esta mujer asume una posición de abnegación para neu-
tralizar posibles tensiones en la pareja y despliega un rol aprendido
2 Para salvaguardar la identidad y preservar el anonimato de los miembros de las
parejas participantes en esta investigación, se modicaron sus nombres (no así sus
edades).
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desde la infancia: ser pasiva y receptiva y centrarse en las necesidades
ajenas. Su narrativa ilustra cómo el mandato de género de ser el «yo
auxiliar» del otro se traduce en la esperanza de recibir más afecto y
reconocimiento, a la vez que refuerza su propia autoestima desde el
lugar de cuidadora y soporte emocional.
Estos patrones vinculares reejan cómo las dinámicas de poder,
sustentadas en expectativas de género, impactan de manera signica-
tiva en el bienestar emocional de ambos integrantes de la pareja. Las
mujeres suelen cargar con el mandato cultural de priorizar las nece-
sidades afectivas y prácticas de la relación, muchas veces a costa de
su propio desarrollo. Por su parte, los hombres enfrentan dicultades
para procesar y expresar sus emociones de forma genuina, lo que los
lleva a depender de mecanismos de adaptación que, aunque funciona-
les en principio, generan desequilibrios a largo plazo.
El principio de igualdad de valor, tal como lo dene Willi (1978),
se enfrenta constantemente a las resistencias que imponen las cons-
trucciones socioculturales. Para que una pareja logre sostenerse en el
tiempo y evolucionar, es imprescindible que ambas partes se involu-
cren en un proceso de ajuste mutuo que promueva no solo el respeto
por las diferencias, sino también el reconocimiento de las necesidades
y potencialidades individuales. En este contexto, trabajar en la decons-
trucción de los roles tradicionales de género y en la promoción de una
comunicación emocional más abierta se vuelve clave para construir
vínculos más igualitarios y saludables.
INTERSUBJETIVIDAD Y APEGO
El apego alude a la conexión emocional que se establece con una
gura de referencia a la que se acude en busca de consuelo, apoyo o
protección, y de la que se espera que brinde seguridad, calma y ayu-
da en la regulación emocional durante momentos de alta intensidad
(Mitchell, 2000). Estas necesidades de cuidado y respuesta sensible
del objeto primario, ya sean satisfechas o frustradas en la infancia,
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conguran los patrones relacionales que darán forma a los vínculos
íntimos en la adultez.
Cuando en la infancia se construyen patrones de apego seguros
gracias a objetos primarios con disponibilidad afectiva y sensibilidad
a las señales del bebé, es común que en la adultez haya menor ansie-
dad frente al rechazo. En contraste, quienes crecieron en entornos con
fallas en el cuidado o en la respuesta del adulto ante sus señales in-
fantiles, suelen manifestar preocupaciones recurrentes por el abando-
no. Además, quienes interiorizaron la percepción de un otro distante
o poco empático, tenderán a evitar la intimidad o incluso a rechazarla
por completo. Estas dinámicas reeditan en contextos actuales de rela-
ción afectiva patrones vinculares no elaborados del pasado que, con fre-
cuencia, producen conictos cuando se activan los sistemas de apego.
Un ejemplo es el caso de Leo (46 años), quien relata que su exespo-
sa le recriminaba su incapacidad para reconocer perspectivas ajenas.
Ella decía que él percibía la realidad como un absoluto, donde solo
valía su propia visión. Frente a lo que él percibió como un «asedio»,
su respuesta fue romper la relación, argumentando: «Yo me hice solo,
así que soy capaz de sobrevivir sin depender de nadie». Este tipo de
mecanismos defensivos, que alternan entre la huida y el ataque, son
frecuentes en varones con dicultades en la regulación emocional.
Para muchos, el aislamiento se convierte en una estrategia recurrente,
acompañada de una incapacidad para expresar emociones y una clara
tendencia a evitar el contacto emocional profundo.
En las mujeres de la franja etaria estudiada, el amor tiende a re-
lacionarse con ciertos grados de dependencia hacia sus parejas. Siete
de cada diez manifestaron atravesar episodios frecuentes de incerti-
dumbre respecto al futuro de sus relaciones, lo que podría describirse
como la vivencia de sentirse solas estando acompañadas. Esto pro-
mueve una búsqueda constante de contacto con sus compañeros para
lograr tranquilidad y seguridad emocional. Paula (50 años) describe
su situación así: «Vivo ayudando y salvándoles las papas a los demás,
sobre todo a él, aunque eso signique dejar de lado mis propios asun-
tos». Desde niña, aprendió que agradar y obedecer era la única forma
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Intervenciones psicoanalíticas en las dinámicas de pareja: una perspectiva de género
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de recibir la atención de sus padres. Este modelo relacional la llevó a
adoptar una lógica sacricial en sus vínculos adultos, donde prioriza
las demandas ajenas y se entrega a cumplirlas con la esperanza de
ser valorada por su pareja y evitar el abandono, incluso aunque con-
seguirlo signique «darlo todo, poner en stand by mi carrera y lo que
quiero para mi vida».
La historia de Camila (43 años) ilustra otra faceta de estas diná-
micas. Ella asume un rol maternal y sobreprotector hacia su pareja,
solucionando sus problemas y «mimándolo como a un niño», mientras
evita confrontarlo con asuntos que él considera triviales. Sin embargo,
este esfuerzo no es recíproco, ya que su pareja, con un estilo de apego
evitativo, la ignora y se muestra distante. Este desequilibrio genera en
Camila sentimientos de frustración y desamparo al no encontrar en
su pareja el acompañamiento y apoyo que espera. El hecho de que
muchas mujeres asuman consciente o inconscientemente la respon-
sabilidad de mantener el bienestar emocional de la relación no tiene
implicancias solo en la conguración de las relaciones de pareja, pues
esta tarea puede superar los recursos internos de la mujer y generar
una brecha entre lo que el mandato cultural exige y lo que el yo puede
gestionar emocionalmente.
Ana (49 años) describe su situación como un «período de desencan-
to» y arma: «Estoy harta, evidentemente esperamos cosas distintas de
este vínculo, porque nunca me dice cosas amorosas». Las mujeres con-
tinúan realizando un apuntalamiento afectivo que sostiene a los varo-
nes con expresiones amorosas que no son recíprocas, y, cuando se dan
cuenta de la falta de reciprocidad afectiva, esto suele ir acompañado
de sentimientos de frustración y tristeza. ¿Estos desencuentros se ma-
niestan de forma súbita o son intuiciones que se han desestimado a
lo largo de la relación? Willi (1978) sostiene que las parejas colusionan
cuando buscan en el otro una compensación por necesidades no satis-
fechas en la infancia, expectativas que inevitablemente conducen al
desencanto. Desde una perspectiva de género, esta dinámica se com-
plejiza aún más. Mientras que las mujeres interpretan la falta de afec-
to como desamor —lo que les produce preocupación, insatisfacción,
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estrés e inquietud (Gottman y Schwartz Gottman, 2022)—, los varones
enfrentan tensiones internas. Inuenciados por representaciones so-
ciales de género hegemónicas, que asocian la manifestación de ternu-
ra y afectos amorosos con la pasivización y la pérdida de la virilidad,
los hombres de este rango etario en muchas ocasiones experimentan
conictos internos entre su deseo de cercanía emocional y la presión
social por demostrar fortaleza e independencia. Esto puede generar
tensiones y disonancias emocionales en la relación de pareja (Córdoba,
2024). A menudo, la dicultad para conciliar estas tensiones puede
contribuir a la aparición de patrones relacionales disfuncionales en
los varones, tales como la evasión emocional, la minimización de los
sentimientos y la adopción de estrategias defensivas para preservar su
identidad y autoestima ante el temor a la dependencia. Estas conduc-
tas no solo afectan la dinámica de pareja, sino que también perpetúan
en ellos una desconexión emocional que diculta la construcción de
vínculos saludables y equitativos.
LA TENSIÓN VINCULAR DEL RECONOCIMIENTO MUTUO
El niño busca las señales emocionales de su cuidador, con lo que
inaugura procedimientos para monitorear la disponibilidad emocional
del adulto basándose en las experiencias reiteradas de ajuste y des-
ajuste en la interacción mutua. Este proceso se despliega en un inter-
cambio dinámico entre el adulto y el infante, y establece las bases de
la intersubjetividad (Benjamin, 1996). En este entramado relacional, el
niño percibe a su gura de apego como un otro con características si-
milares a las suyas, pero con necesidades y propósitos propios, consti-
tuyendo un núcleo subjetivo autónomo, con un centro independiente
de experiencias. Esta paradoja relacional implica sostener el vínculo
con un otro diferenciado, al que el self le reconoce su autonomía; pero,
al mismo tiempo, depende del reconocimiento de ese otro —portador
de intenciones, demandas especícas y de acciones singulares— para
armar su propia diferenciación (Benjamin, 2012).
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Intervenciones psicoanalíticas en las dinámicas de pareja: una perspectiva de género
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Las interacciones tempranas proveen el marco para que esos es-
quemas relacionales puedan ser utilizados posteriormente en contex-
tos relacionales signicativos, donde en ocasiones puede producirse
el proceso de reconocimiento mutuo. En la investigación fue posible
observar que algunas parejas logran cocrear un espacio compartido
donde el sostenimiento de la tensión que supone el reconocimiento
mutuo permite un intercambio profundo. Por ejemplo, Emilio (50 años)
relata: «Ella me entiende el gesto, la mirada, pero, ¡ojo!, yo también
entiendo la de ella» y destaca la importancia de un «idioma de lo tá-
cito», que fortalece la conexión emocional. Su esposa, Julia (49 años),
arma que el vínculo que armaron les «permite transitar tensiones
cotidianas y nos promueve una sensación de calma mutua». Otras dos
parejas dejaron entrever un espacio de lo compartible donde lo inter-
intencional y lo interafectivo se legitiman en lo sucedido, que puede
estrecharse o expandirse según cómo los partenaires puedan tramitar
la tensión intersubjetiva en las dinámicas de lo cotidiano. Alicia (46
años) apunta que este espacio les aporta «la oportunidad de alojar-
nos y de aguantarnos entre nosotros con las cosas que van pasando».
Si hay un cierto reconocimiento de lo que está en la mente del otro
y de lo que implica la naturaleza actual y el estado de la relación,
esto permite crear un ambiente intersubjetivo con acciones nuevas
que inauguran valoraciones afectivas novedosas. Esto a su vez altera
el dominio del conocimiento relacional implícito y daría cuenta de la
concreción de una sintonía afectiva entre los partenaires.
Sin embargo, las dinámicas relacionales no siempre permiten un
desarrollo pleno del reconocimiento mutuo. Las experiencias de in-
seguridad, inestabilidad o asimetrías extremas en las relaciones pue-
den dicultar la expansión del self y la construcción de un espacio
intersubjetivo saludable. En esos casos, el reconocimiento mutuo se
ve amenazado, lo que genera patrones relacionales disfuncionales que
perpetúan conictos o rupturas emocionales. En algunas parejas, sus
miembros han creado espacios personales, pero sin tener en cuenta
el deseo de compartir del partenaire: «Aunque ella me proponga que
hagamos salidas, yo solo quiero llegar a casa y echarme a ver una serie
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sin que nadie me moleste», comenta Cristian (51 años). Esto muestra
cómo se rezaga el espacio de lo compartible, pues los sujetos no res-
guardan la relación en primer término. Y esto contribuye a la actual
fragilidad vincular, ya que derriba la posibilidad de sostén que las es-
tructuras relacionales tuvieron a lo largo de la historia.
Algunos entrevistados dijeron que, en el marco de situaciones vi-
venciadas como desencuentros, sucedieron situaciones de relaciones
sexoafectivas paralelas, adicciones o circunstancias violentas entre
ellos. Como trata de explicar Solana (45 años), eso habría sucedido «tal
vez como anestesiando ver todo esto que ya no pasaba entre noso-
tros», en lugar de que ambos miembros de la pareja pusieran en juego
la posibilidad de negociar las diferencias.
Cuando el reconocimiento mutuo se rompe, el otro aparece como
objetivizado, insensible o amenazante, lo que propicia reacciones cir-
culares y conictos sin solución, donde cada parte se siente víctima de
lo que el otro le hace. Joaquín (51 años) da cuenta de un estilo vincular
en el que uno se impone y la otra se somete, relación que se nutre del
mismo deseo de reconocimiento que encontramos en el amor, pero
que se enfoca en el dominio. Arma: «Yo sentía que la subyugaba, que-
ría que me respetara, que dijera que lo que yo hacía era importante
y que valía la pena». Al intento exacerbado del dominio del objeto de
amor —sea esto logrado en la realidad o imaginado— subyace un su-
jeto entrampado en la omnipotencia (Rodulfo, 2017), incapaz de expe-
rimentar la subjetividad de la otra persona desde el reconocimiento.
Joaquín comenzó a comportarse de manera estricta y severa, que-
riéndole «ordenar la vida» a Sofía (48 años). Esto incluía el estableci-
miento de reglas rígidas, que perpetuaban una relación de desigual-
dad y dominio, donde su ejercicio de poder lo posicionaba en el lugar
deseado de «ser respetado». Ella terminó el vínculo durante la terapia
de pareja, diciéndole que estaba harta de amoldarse, que no quería
seguir renunciando a la autenticidad, porque lo único que hacía era
comportarse evitando hacer las cosas que lo enojaran.
Otros varones adoptan una forma fusional enmascarada en la
proyección de que es un pedido femenino, valiéndose del mandato de
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María Gabriela Córdoba
protección: «Estoy cerca para cuidarte». Algunas mujeres invaden a su
compañero en un supuesto cuidado amoroso por miedo a perderlo.
Ello oculta lo implacable del deseo de controlar y vigilar, que se vale
de prácticas de colonización de la subjetividad, lo que a su vez es nor-
malizado mediante la misticación del amor.
PLANTEOS FINALES
La vinculación amorosa íntima requiere una continua sensibilidad
y atención a los cambios internos en uno mismo y en el otro. Frente a
transformaciones en el ciclo vital o en las condiciones materiales de
vida, es fundamental una plasticidad que permita modicar el clima
subjetivo de la relación. Si el posible cambio no es tolerado, lo incierto
envuelve el espacio y sumerge a los partenaires en la angustia del des-
encuentro. Entonces, los vínculos tienden a congelarse en repeticiones
estériles o a disolverse por la imposibilidad de generar un espacio que
dé acceso a lo compartible.
Cuando en la experiencia vincular se producen nuevas posibilida-
des de interacción que alteran lo acostumbrado, los patrones del co-
nocimiento relacional implícito pueden mantenerse iguales a los ad-
quiridos en las interacciones tempranas o, por otro lado, volverse más
integrados, exibles y complejos gracias a que se activan capacidades
y potenciales afectivos para adaptarse a lo novedoso, que va compleji-
zando y enriqueciendo la regulación intersubjetiva. Para que este últi-
mo proceso suceda, el vínculo de pareja precisa que ambos miembros
estén dispuestos a reconocer y respetar sus diferencias mientras se
esfuerzan por sostener una comunicación abierta, empática y con re-
sonancia afectiva.
Constituir un borde íntimo y creciente de la relación (Ehrenberg,
1992), que supone hallar y hacer explícito el punto de cercanía y dis-
tancia óptimas en la singularidad de cada pareja, permite la conse-
cución de nuevas experiencias de mutualidad e intimidad en una
relación sin fusión y sin violación de la separación e integridad de
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Equinoccio. Revista de psicoterapia psicoanalítica, 6(1), enero-junio 2025, pp. 141-158.
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cada participante. Es un punto móvil y dinámico que permite la ex-
pansión del autodescubrimiento y el incremento de la conexión con
otro a medida que el sujeto va sintonizando más consigo mismo. El
entonamiento afectivo contribuye a la sensación de ser comprendido
y validado en la relación, con una sincronización que va más allá de
la mera comprensión intelectual de las emociones del otro, pues invo-
lucra una respuesta emocional auténtica y sensible, que posibilitaría
la modalidad de comulgar con los estados internos o de indicar que se
los comparte.
El desafío actual radica en construir relaciones más equitativas
y conscientes, en las que el reconocimiento mutuo y la negociación
intersubjetiva permitan superar los esquemas tradicionales de géne-
ro. Al integrar experiencias de mutualidad e intimidad sin fusionarse
ni perder la individualidad, las parejas pueden generar espacios que
favorezcan el autodescubrimiento y la conexión genuina, y que asegu-
ren la continuidad y el crecimiento del vínculo.
* * *
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