107
Infancias trans. Interpelaciones en la figura del psicoanalista
MALESTAR EN LA(S) INFANCIA(S)
Alicia Muniz Martoy
Doctora en Psicología de la USAL
Profesora titular de la Facultad de Psicología de la UDELAR
Miembro Habilitante de AUDEPP
Profesora titular del IUPA
Correo electrónico: munizalicia55@gmail.com.uy
ORCID: 0000-0002-3508-0907
Equinoccio. Revista de psicoterapia psicoanalítica - Tomo , N.
o
2
108
Resumen
El artículo se propone problematizar la situación actual de las infancias en nuestro
país, en relación a la patologización de las conductas. Advierte acerca de las prácticas y
discursos en torno a los modos de abordar las dificultades que se presentan tanto a nivel
del aprendizaje como a nivel conductual. Hace hincapié en la comprensión compleja del
sufrimiento infantil, enmarcado en los modos de vinculación intrafamiliar. Ofrece conclu-
siones extraídas de una investigación académica y propone críticamente alternativas para
su abordaje clínico.
Palabras clave: infancia, vínculo intrafamiliar, patologización.
Discontent in Childhood(s)
Abstract
This article aims at problematizing the current situation of childhoods in our
country, in relation to the pathologization of behaviors. It warns about the practices and
discourses around the ways of approaching the difficulties that arise both at the learning
level and at the behavioral level, emphasizing the complex understanding of childhood
suffering, framed in the modes of intra-family bonding. It offers conclusions drawn from
an academic investigation and critically proposes alternatives in their clinical approach.
Keywords: chilhood, intra-family bond, pathologization.
109
Dani é uma criança que não sabe andar de bicicleta. Todas as crianças do seu
bairro já andam de bicicleta; os da sua escola já andam de bicicleta; os da sua
idade já andam de bicicleta. Foi chamado um psicólogo para que estude seu
caso. Fez uma investigação, realizou alguns testes (coordenação motora, for-
ça, equilíbrio e muitos outros); falou com seus pais, com seus professores, com
seus vizinhos e com seus colegas de classe e chegou a uma conclusão: esta
criança tem um problema, tem dificuldades para andar de bicicleta. Dani é
‘disbiciclético’. Agora podemos ficar tranqüilos, pois já temos um diagnóstico.
Agora temos a explicação: o garoto não anda de bicicleta porque é disbiciclé-
tico e é disbiciclético porque não anda de bicicleta.
Emílio Ruiz Rodriguez (2009, párr. 1)
El fenómeno no es nuevo. Novedosa ha de ser la mirada sobre la(s)
infancia(s) (sostenemos el plural dado que no puede considerarse que
haya una infancia homogénea), perspectivas que los clínicos debemos
afinar en torno a las manifestaciones del sufrimiento en niños, niñas y
adolescentes que llegan hasta el consultorio.
¿Será que acaso las teorías resultan obsoletas, será que los que llegan
traen cuadros nuevos o que aparecen nuevas patologías con manifesta-
ciones en la infancia antes nunca vistas? Si así fuera, el derrumbe de los
estratos teóricos podría dejar a los más avezados terapeutas en un estado
de vulnerabilidad sin parangón… Si así fuera, los niños y niñas se nos
presentarían tan extraños que correríamos el riesgo de declararnos inca-
paces de comprender el fenómeno que se presenta.
En este artículo proponemos mirar allende el niño y la niña que nos
convocan; mirémonos como adultos, como hacedores de discursos que
Equinoccio. Revista de psicoterapia psicoanalítica - Tomo , N.
o
2
110
impregnan miradas y prácticas cotidianas en cualquiera de nuestros roles:
padres, madres, maestros, educadores, médicos, psicólogos, terapeutas,
psicomotricistas, fonoaudiólogos y tantos otros que trabajan en pro de un
mejor desarrollo de aquellos que muestran el fracaso ante la inadaptación
al sistema.
Malestar(es) en la cultura… ¿De qué cultura hablamos cuando nos
habita el malestar? Echemos un vistazo sobre nuestras condiciones de
producción (de)subjetivante.
PANDEMIANDO
En tiempos de incertidumbre, pandemia y otras novedosas modalida-
des de construirnos en ciudadanía, nos topamos con una situación que de
golpe ha puesto en suspenso nuestras vidas o, al menos, las formas en que
nuestras vidas venían siendo vividas hasta el momento. Niños, niñas y ado-
lescentes han quedado sin la presencia de amigos, de abuelos, de maestros,
de terapeutas, de apoyos…, en definitiva, de aquello que necesitaba de los
cuerpos para ser efectivo. Inventamos entonces un nuevo uso de dispositi-
vos que allí estaban, como esperando su gran oportunidad, para mostrar su
capacidad (limitada) de acercamiento. Al menos es algo.
Mientras tanto, la vida está volviendo a una pretendida normalidad
si como tal se entiende el dar cabida a las actividades que, en un año
recién estrenado, habían quedado detenidas. Volvieron las clases, pero
en casa, a través de dispositivos que hasta ahora servían sobre todo
para jugar y que caían bajo la reprimenda de adultos por su uso y abuso.
Ahora se volvieron imprescindibles. Claro, no para todos es posible el
acceso por igual. No todos tienen la misma oportunidad. Algunos igual-
mente quedarían por el camino, algunos quedarían en stand by, espe-
rando el rescate de lo presencial. No obstante, aún estamos esperando
111
Malestar en la(s) infancia(s)
los encuentros, aquello que pone en juego los cuerpos en un espacio
compartido. La alegría del entre-nos, la alegría de darle un susto al mie-
do al contacto.
La reducción de la vida al espacio privado con gran relevancia de lo
íntimo, mientras lo público está acotado, el acuñar nuevos lenguajes que
por momentos generaban dudas sobre su eficacia (cuarentenar, hisopar,
confinar), el uso de tecnologías nuevas en la vestimenta (barbijo, tapa-
bocas, guantes de látex), son formas que exigen gran esfuerzo psíquico.
Mantener la distancia física, pero no la social, es el gran desafío.
Ambientes privados fértiles para el recrudecimiento de las locuras
internas, pero también para el aprendizaje, en la mutualidad, de otros
modos de convivencia. Mantener la calma, la cordura, los principios y los
cuidados está siendo la mayor de todas las exigencias; para no decaer,
para no sucumbir, sobre todo porque nadie tiene idea de cuánto tiempo
va a ser necesario sostener esto. Vivimos, ensayamos, cambiamos, volvi-
mos a probar mientras seguimos viviendo.
Los psicoterapeutas no quedamos por fuera de tales desafíos, sacu-
didos de nuestros lugares cómodos en la intimidad del consultorio: im-
provisamos, inventamos, probamos, desechamos formas de intervención
que nos impidieran mantener intacto nuestro oficio. O al menos eso nos
creemos. Los pacientes…, mejor de lo que pensamos.
Los niños y las niñas se acomodaron más fácilmente de lo que tu-
vimos que acomodar nuestro cuerpo inmóvil frente a las pantallas. Nos
metimos en sus casas, conocimos a las mascotas, los dormitorios, sus
juguetes, la cocina familiar, tratando de sostener al máximo el espacio
incontaminado de la sesión. Aprendimos mucho, escuchamos y vimos
mucho más, ellos nos orientaron por dónde seguir. «¿Tenés por ahí una
tijera y un papel?», «¿Podrás hacer un dibujo?», preguntaron…, como
si pedir algo más, bajo estas circunstancias del encuentro, fuera una
irreverencia.
Equinoccio. Revista de psicoterapia psicoanalítica - Tomo , N.
o
2
112
Mientras tanto, nuestros espacios privados también fueron expues-
tos. Intercambiamos privacidades, se nos metieron en casa los pacientes
—grandes y chicos— y les exigieron a los nuestros compartir el hogar
con ellos.
PENSAR LA(S) INFANCIA(S) EN SU (MAL) ESTADO
El desvío precedente se debe a que no podríamos escribir sin una
contextualización, sin dejar en claro por dónde pasan las afectaciones en
el aquí y ahora del tiempo que transitamos.
Aún no sabemos si lo que se expone hoy tiene vigencia, habrá que es-
perar. Mientras tanto, ensayamos algunos pensamientos que nos orienten
en torno a los modos de (mal) estar en nuestra cultura, a la vez que nos
pensamos como clínicos de la(s) infancia(s) y adolescencia(s).
Ante la dispersión de las condiciones de producción actuales, recor-
tar un fragmento de una realidad implica, siguiendo el pensamiento de
Lewkowicz (2004), generar una situación capaz de ser pensada aun en las
condiciones más adversas. Esto no significa desconocer el origen desde el
cual surgen, sino que la visión crítica sobre las condiciones de producción
para esa situación son las que aportarán elementos para ser pensable.
En oportunidades anteriores (Muniz Martoy, 2011, 2013), expusimos
acerca de los fenómenos clínicos infantiles a la luz de las circunstancias
actuales de relacionamiento entre la medicina y la vida cotidiana. La psico-
logía clínica se ha enfrentado en el último tiempo al desafío de comprender
los fenómenos complejos del psiquismo infantil, fenómenos que escapan
a las descripciones clásicas y a las teorizaciones hegemónicas. Lo clínico
es lo singular, justamente por eso no puede ser reductible de manera fácil.
Se afirmaba entonces que la(s) infancia(s) se presentan de forma di-
versa. Los niños y las niñas (Bleichmar, s. f.) aparecen con un sinnúmero
113
Malestar en la(s) infancia(s)
de características y, si no se abordan desde una perspectiva compleja,
se corre el riesgo de patologizar rápidamente conductas que responden
a los modos actuales de convivencia, de cotidianeidades no estables; en
definitiva, de condiciones de subjetivación novedosas que se encarnan en
la cultura misma.
Sostenemos que la concepción de los clínicos acerca del armado de
la producción subjetiva provee de elementos para establecer hipótesis
acerca del porqué del enfermar (hacer síntomas) y acerca de las estrate-
gias adecuadas para intervenir sobre ese sufrimiento a fin de producir ali-
vio y bienestar, a fin de potencializar las capacidades sociales, cognitivas
y afectivas del sujeto.
No resulta indiferente partir de uno u otro marco referencial para
entender los fenómenos en cuestión. Un paradigma positivista podría re-
ducir elementos altamente complejos, como el psiquismo infantil, a su
expresión neurobiológica, mientras que el paradigma complejo permitiría
trabajar sobre hipótesis de diferentes niveles, que son suplementarias y
no excluyentes, de manera simultánea. Faraone et al. (2009) sala, tam-
bién, que tales clasificaciones derivadas de discursos donde predomina la
lógica del signo no son ingenuas, que remiten a posicionamientos ideológi-
cos, políticos y económicos. Por su parte, Vasen (2009) expresa, en tal sen-
tido, que se puso énfasis en utilizar el traje bipolar para el cuerpo infantil. A
ello sumamos nuestra percepción del tironeo y de los remiendos aplicados,
que comienzan a surgir cuando esto no da cuenta estrictamente de las sin-
gularidades en la infancia.
VIOLENCIA, SI LAS HAY EN TALES PRÁCTICAS
No deberíamos mantenernos indiferentes ante estos fenómenos y
sus efectos, dado que las categorías de salud y enfermedad son producto
Equinoccio. Revista de psicoterapia psicoanalítica - Tomo , N.
o
2
114
de un tiempo y valores sociales. Pero, además, son altamente sensibles
a políticas de salud estatales, intereses económicos y posibilidades de
existencia (de marcas, de ofertas, de servicios, de discursos). Todos es-
tos ingredientes arman la cultura a través de los íconos, discursos y
prácticas que se derivan, en la que nos movemos los terapeutas y los
pacientes, usuarios, consultantes. El cambio en la nominación de estas
prácticas no siempre implica un cambio profundo en la mirada sobre el
sufrimiento. A veces es solo un nombre para que no cambie la lógica
con la que se piensan.
Integrar la dimensión histórica se vuelve imprescindible, ya que los
modos de vincularidad (intrafamiliar y comunitaria) presentan directa co-
rrelación en la producción de síntomas y en los modos disfuncionales de
cotidianeidad familiar y en presencia de eventos traumáticos. Untoiglich
(2011) afirma que los niños y niñas estudiados por déficit atencional tie-
nen dificultad para poner en palabras sus sentimientos, conflictos, ten-
siones, y buscan su expresión a través de la descarga motora. Esto es
también lo que sucede a nivel familiar: se han encontrado familias que
guardan celosamente secretos innombrables, situaciones traumáticas si-
lenciadas. Parece obvio que la conducta del niño o niña se relacione di-
rectamente con estas consignas (no siempre explícitas) a nivel familiar,
pero no es suficiente aún para explicar la presencia del déficit atencional.
La clínica encuentra un cuerpo infantil sujetado a exigencias institucio-
nales (de la familia, de la escuela, de la salud) que no siempre acompañan
las necesidades de los niños y niñas actuales.
Cuando desconocemos la importancia de los vínculos intrafamilia-
res y la incidencia que tienen a la hora de producir salud o enfermedad,
se comete un error grave, en tanto se está dejando al niño en solitario,
a cargo del llamado déficit o trastorno como única causa y único efec-
to. El niño o la niña señalado, sancionado, excluido en su singularidad
bajo las formas del disciplinamiento medicamentoso, las penitencias, la
115
Malestar en la(s) infancia(s)
desafiliación escolar o la derivación a escuelas especiales, queda ins-
talado en un borde de riesgo, por más tratamientos que el Estado le
provea. El apoyo social tiene efecto directo sobre la salud y la vivencia
de bienestar; tal es así que, cuando el apoyo se expresa en función del
rasgo «niño enfermo que necesita ayuda», se le quita el reconocimien-
to como sujeto deseante, como identidad singular. En la clínica, estos
pacientes llegan a presentarse como «Soy un bipolar, soy un add», dis-
curso que sostiene la captura de la identidad integral del sujeto a partir
de un rasgo que, en este caso, es patologizante, lo que deja una marca
a modo de estigma que lo acompañará largo tiempo, al menos durante
su trayectoria curricular.
Volnovich (2017), en su maravilloso prólogo del texto Infancias, de
Stavchansky y Untoiglich, dice:
nuestros niños son nuestra Historia. Cada generación se apropia de la
Historia al advenir a ella, y encarna los mitos de las que la preceden.
Nuestros niños como Historia nuestra son testigo-testimonios de un
proyecto genocida, de una empresa de exterminio y en cada síntoma,
en el más banal de los síntomas del menos neurótico de nuestros niños,
hablan del espanto y la tragedia que amenaza a repetirse a cada paso
[…] estamos marcados por los mismos horrores. (pp. 13-14)
Los niños cuentan la Historia de nuestro tiempo, de su devenir, a la
vez que son futuros posibles. Entonces: ¿por qué condenarlos bajo una
mirada reduccionista, simplista, inhóspita del sufrimiento que encarnan?
Al decir «nuestro tiempo», nos referimos a lo que construimos en conjun-
to, al orden de lo social, lo común-comunitario, imposible de silenciar y
dejar por fuera de nuestras hipótesis.
Equinoccio. Revista de psicoterapia psicoanalítica - Tomo , N.
o
2
116
Continúa Volnovich (2017):
Así, hoy en día, el psicoanálisis cumple con el delicado trabajo […] de
hacerle frente al dolor y al sufrimiento que la adaptación al sistema no
sólo no ha logrado atenuar, sino que aporta como plus, como malestar
en la cultura. Hoy en día el espacio de la clínica debería estar al servicio
de la imaginación, de la denuncia de la naturalización del consumo; al
servicio de reforzar la esperanza de poder transitar este mundo con
valor crítico y poder transformador. (p. 16)
Son tiempos de hegemonías discursivas, de mandatos de bienestar y
de eficiencias, que los adultos reproducimos por temor al fracaso, temor
a no poder prepararlos lo suficiente para lo que viene: para las exigen-
cias. Tiempos de neurociencias al servicio del neuroliberalismo, que nos
transforma en consumidores de drogas para una mayor eficacia en la
máquina productiva: para seguir y para parar, para estar y para evadirse,
para despertarse y para dormirse en tiempo y forma.
La(s) infancia(s) no están exentas de estos discursos y prácticas, de la
mano de sentencias tan repetidas como «para que baje las revoluciones»,
«para que pueda aprender», «para que aguante el doble horario».
Las cifras de niños y niñas medicamentalizados y con polifarmacia
en nuestro país son alarmantes, al igual que en el mundo desarrollado
(Giachetto, 2019).
Pero ello no lo es todo, porque las derivas de estas lógicas llevan a
modalidades de clasificación, según la capacidad para estar en la es-
cuela o para aprender.
1
Niños y niñas que no pueden responder a los
1 En el momento de escribir el presente artículo, se está presentando en Uruguay un proyecto
de ley para la creación de un registro de niños y niñas en edad escolar con diagnóstico de
tdah, diagnosticado por neuropediatra. Fundamenta ello la necesidad de una enseñanza es-
pecial basada en métodos conductistas, que obliga a maestros a una capacitación específica
y a la adecuación edilicia para su atención (Schusman Kraft, 2020).
117
Malestar en la(s) infancia(s)
requerimientos del sistema educativo actual deben pagar peaje para es-
tar: tomar las gotitas, ir poco rato, tener doble escolaridad (común y
especial).
La investigación Impacto a nivel de los vínculos intrafamiliares del diag-
nóstico y el tratamiento por dificultades en la atención y por hiperactividad en
niños escolares (Muniz Martoy, 2017) ha tenido resultados que demuestran
que el sufrimiento se instala en varios niveles. La distancia entre lo espe-
rado y lo obtenido mediante la medicación instala una ambivalencia res-
pecto al tratamiento farmacológico, que se expresa como un no deseo de
medicar al niño o niña, a la vez que una pasiva aceptación por hacerlo, en
el entendido de que es favorable sobre todo frente a las presiones esco-
lares. Ello produce conductas en las que diferentes actuaciones (actings)
revelan la oposición a medicarlo, se generan olvidos o bien suspensiones
con diversos motivos, no todos compartibles.
Los datos obtenidos en la investigación referida indican que en la vida
familiar esto se vivencia como una imposición de la institución escolar,
que exige estar pendientes de la medicación, una erogación económica y
un enfrentarse a la mirada del docente y de otros del entorno, que genera
angustia (Muniz Martoy, 2017). Esta situación configura una vivencia de
malestar, vivida como «una preocupación más» al decir de los padres,
que determina ciertos ajustes en la convivencia familiar.
Los padres tienden a proyectar fuera de la familia las causas de lo
que les pasa a sus hijos, con escaso insight en cuanto a preguntarse qué
tiene que ver con la familia esto que le sucede al niño. Perciben un escaso
o nulo contacto con aspectos intrafamiliares en torno a condiciones de
crianza o de relacionamiento. Sostienen la fantasía de medicar a sus hijos
e hijas solo en los primeros años de la escuela, sin asociar otros cam-
bios necesarios para que esto se vea favorecido. Manifiestan no estar de
acuerdo con mantener la medicación a futuro, consistente con la ambiva-
lencia y desconfianza respecto a la figura del médico tratante.
Equinoccio. Revista de psicoterapia psicoanalítica - Tomo , N.
o
2
118
Ante los cambios percibidos a partir de la medicación, los padres
estudiados hablan del impacto que provoca un hijo o hija cambiado, que
es vivido como ajeno y no puede ser ligado a la representación del niño
o niña que se tenía hasta el momento. Asimismo, este niño cambiado a
partir de la medicación, en sentido negativo, provoca angustia en tanto
los padres no desean tener que enfrentarse a ello por contemplar las exi-
gencias de la escuela (Muniz Martoy, 2017).
La noticia del hijo o hija portador de un trastorno, tanto como la per-
cepción de un hijo o hija cambiado por los efectos del tratamiento, no es
aceptada por la familia. Esto promueve variadas conductas de ambivalen-
cia y contradicción respecto a la adherencia al tratamiento farmacológi-
co. Ello indica el rechazo a incorporar la idea de un hijo o hija diferente a
lo representado, a la vez que se percibe con frustración y dolor el efecto
que tiene la conducta del niño o niña a nivel extrafamiliar.
En dicha investigación, afirmábamos que
la falta de seguimiento del tratamiento, así como la suspensión y rein-
tegro de la medicación a criterio de los padres constituyen elementos
de riesgo para el niño. Esto tampoco permite conocer si el tratamiento
es efectivo o no. Para la familia se vuelve intolerable el efecto de indi-
ferencia y desconexión que la medicación provocó en algunos niños,
remitiendo a la desinvestidura del entorno que tampoco les permite
aprender. (Muniz Martoy, 2017, p. 223)
El tratamiento únicamente farmacológico produce cambios que son
vividos por los padres como insuficientes. Pero además lo es para los psi-
cólogos, en tanto percibimos que se coloca en el niño o niña la causa del
malestar familiar, con lo cual se evita que el grupo pueda contactar con
las circunstancias de inestabilidad, violencia, pérdidas y un largo etcétera
por las que transitan las familias de nuestras latitudes.
119
Malestar en la(s) infancia(s)
El niño, la niña, son el centro de un discurso que proviene de la ins-
titución escolar que señala el fracaso o la imposibilidad y los coagula
en ese lugar en soledad, sin problematizar las condiciones que así lo
producen.
Si el malestar en la posición hijo puede asociarse al malestar del resto
de los integrantes de la familia por fuera de la lógica causa-efecto, el ca-
mino se abre hacia numerosas posibilidades de pensarse como protago-
nistas de un sufrimiento que los involucra. El alivio, la solución, también
proviene del contexto y no solamente de los cambios en el niño o niña a
través de la medicación. Esto sería pedirle mucho…
Por su parte, los niños y niñas que fueron estudiados junto a sus
padres muestran, a través de las técnicas proyectivas —Dibujo de la
Familia Kinética Actual y el Test de Pata Negra, utilizados en la inves-
tigación (Muniz Martoy, 2017)—, una imagen de sí frágil, con fallas en
los mecanismos adaptativos que protejan al yo de las exigencias pulsio-
nales del ello. Las figuras realizadas indican la precariedad en la cons-
titución de la imagen de sí mismo destacada en la representación de lo
corporal, con alteraciones que van de lo grave a la ausencia misma. El
cuerpo como centro de tensión y de alivio a la vez canaliza la descarga
de sus tensiones internas por el polo motor.
Janin et al. (2004) refieren que, cuando el objeto falla, se produce
una retirada de la investidura, que va al vacío en una búsqueda caótica
donde no se diferencian estímulos, lo que provoca desorganización de la
acción. La tan mencionada hiperactividad implica una falla en el proceso
de inhibición de la impulsividad por fragilidad en el yo y se asocia a difi-
cultades en la simbolización. Por eso, las dificultades académicas quedan
asociadas a la hiperactividad con la desatención: no es la inquietud ni la
distracción la que produce bajo rendimiento, sino que son fallas de un
nivel más estructurante del psiquismo del infans.
Equinoccio. Revista de psicoterapia psicoanalítica - Tomo , N.
o
2
120
En los niños y niñas estudiados, la representación de lo parental man-
tiene características de fragilidad también, lo que da cuenta así de las
vivencias de poco sostén de sus ansiedades, fantasías y angustias.
Como efecto de los discursos, tan arraigados, que promueven la
eficiencia y el exitismo, estos niños y niñas estudiados muestran clara-
mente el elemento estigmatizante con el que se identifican, lo que evi-
dencia que la percepción de sí mismos coincide con lo que el entorno
les devuelve. El lugar que el niño percibe que tiene en la familia y en la
escuela está en relación con las vivencias de sí respecto a su conducta,
caracterizada en general por la desvalorización, la estigmatización y la
justificación del castigo por sentimientos de culpa. Esto no es un tema
menor, pues las actuaciones (incluso contra sí mismos) responden a
estas fantasías.
Para finalizar, transcribimos aquí las principales conclusiones del es-
tudio mencionado:
Se propone pensar entonces en el impacto [del diagnóstico y del trata-
miento farmacológico] como un acontecimiento que se instala en la fa-
milia y que no puede ser fácilmente semantizado porque es algo vivido
como ajeno, impuesto, que no tiene que ver con la autopercepción que
como familia tienen de sí mismos. El entorno les devuelve un diagnós-
tico a manera de imagen que dice acerca de las falencias en uno de sus
miembros, el más débil. Se requiere de un trabajo complejo para repre-
sentar a este nuevo niño que dista del hijo deseado. Esto los enfrenta a
una situación inesperada relacionada con el temor a la exclusión de los
ámbitos naturales: la escuela y el grupo social inmediato.
En función de lo expresado en esta tesis, se torna imprescindible instru-
mentar dispositivos terapéuticos que incluyan la dimensión vincular cuan-
do de niños con estas dificultades (y eventualmente otras) se trata, ya que
una única alternativa terapéutica no favorece la circulación de sentido a la
121
Malestar en la(s) infancia(s)
interna de la familia. Sin un abordaje de la perspectiva familiar de las afec-
taciones del niño, este se queda en soledad a cargo de lo enfermo, lo loco,
lo intolerable, y tiene que enfrentar las presiones de las instituciones solo.
La familia como productora de subjetividad y protagonista en los pro-
cesos del padecer y del curar, tiene un rol trascendental en cuanto a
descentrar la mirada del niño patologizado. Los actores de la salud no
deberían hacerse eco de discursos simplificantes en tanto el objetivo
del trabajo está puesto en la complejidad de la vida misma. (Muniz
Martoy, 2017, p. 226)
Post scriptum: Dedico estos pensamientos a Felipe, el más nuevo de la familia, quien llegó
a este mundo en medio de estas escrituras, en medio de la pandemia, ¡en medio de un
mundo que vale la pena disfrutar aún!
§
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Bleichmar, S. (2001, 4 de octubre). La infancia y la adolescencia ya no son
las mismas. Qué se conserva hoy de la infancia que conocimos [confe-
rencia]. Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes,
Centro Cultural San Martín. www.elpsicoanalitico.com.ar/num3/
autores-bleichmar-infancia-adolescencia.php
Faraone, S., Barcala, A., Bianchi, E. y torriccelli, F. (2009). La industria
farmacéutica en los procesos de medicalización/medicamentali-
zación en la infancia. Revista Electrónica Margen, 54. www.margen.
org/suscri/margen54/faraone.pdf
Equinoccio. Revista de psicoterapia psicoanalítica - Tomo , N.
o
2
122
giachetto, G. (2019, 24 de mayo). Despatologización de las diferencias en niños,
niñas y adolescentes [mesa redonda]. Ciclo de Difusión del Programa
de Problemáticas Clínicas de la Infancia y Adolescencia del Instituto
de Psicología Clínica, Facultad de Psicología, Universidad de la
República. www.youtube.com/watch?v=KoamyYmbSLU&t=2339s
janin, B., FriZZera, O. T., heuSer, C., rojaS, M. C., talliS, J. y untoiglich, G.
(2004). Niños desatentos e hiperactivos. add/adhd. Reflexiones críticas
acerca del Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad.
Noveduc.
leWkoWicZ, I. (2004). Pensar sin Estado. Paidós.
muniZ martoy, A (2011). Vínculos y déficit atencional. Dimensiones de aná-
lisis para su comprensión [trabajo final del seminario de Psicología
Social, doctorado en Psicología]. Universidad del Salvador, Buenos
Aires.
muniZ martoy, A. (2013). Abordajes clínicos de las problemáticas ac-
tuales en la infancia. Psicología, Conocimiento y Sociedad, 3(2), 135-
154. http://revista.psico.edu.uy/index.php/revpsicologia/article/
view/165
muniZ martoy, A. (2017). Impacto a nivel de los vínculos intrafamiliares del
diagnóstico psicopatológico y del tratamiento por dificultades en la aten-
ción y por hiperactividad en niños escolares [tesis doctoral]. Universidad
del Salvador, Buenos Aires. https://racimo.usal.edu.ar/5569/
ruiZ rodrigueZ, E. (2009, 1 de enero). Disbicicléticos. Inclusive: inclusão e
cidadania. www.inclusive.org.br/arquivos/2853
SchuSman kraFt, J. (2020, 14 de julio). Trastorno déficit atencional e hi-
peractividad (tdah). Registro niños edad escolar. Creación [proyecto
de ley]. Cámara de Representantes. https://parlamento.gub.uy/
documentosyleyes/ficha-asunto/147141
123
Malestar en la(s) infancia(s)
untoiglich, G. (2011). Versiones actuales del sufrimiento infantil. Noveduc.
vaSen, J. (2009). El mito del niño bipolar. Noveduc.
volnovich, J. C. (2017). Prólogo. En L. Stavchansky y G. Untoiglich,
Infancias: entre espectros y trastornos (pp. 13-16). Paradiso.
124