«¡TRANQUILA, ABUELA! TENGO SHORT
DEBAJO DE LA POLLERA»
“RELAX GRANDMA! I’M WEARING SHORTS
UNDER MY SKIRT”
«RELAXA, VÓ! ESTOU VESTINDO UM SHORT
POR BAIXO DA SAIA»
Claudia Rodríguez Maristán
Asociación Uruguaya de Psicoterapia Psicoanalítica
Montevideo, Uruguay
Correo electrónico: clrodriguezmaristan@gmail.com
ORCID: 0009-0003-7617-4656
Recibido: 16/3/2024
Aceptado: 7/5/2024
Equinoccio. Revista de psicoterapia psicoanalítica, 5(1), enero-junio 2024, pp. 35-47.
ISSN: 2730-4833 (papel), 2730-4957 (en línea). DOI: doi.org/10.53693/ERPPA/5.1.2.
Para citar este artículo / To reference this article / Para citar este artigo
RODRÍGUEZ MARISTÁN, C. (2024). «¡Tranquila, abuela! Tengo short debajo de la pollera».
Equinoccio. Revista de psicoterapia psicoanalítica, 5
(1), 35-47.
DOI: doi.org/10.53693/ERPPA/5.1.2
Creative Commons Reconocimiento 4.0 Internacional (CC BY 4.0)
Submitted: 16 March 2024
Accepted: 7 May 2024
Recebido: 16/3/2024
Aceite: 7/5/2024
Resumen
El presente artículo muestra algunos de los discursos que se observan en la clínica
psicoanalítica actual en los que las mujeres expresan sus malestares y la búsqueda
de nuevas modalidades de subjetividad. Al mismo tiempo, invita a reexionar sobre la
postura ético-profesional de los psicoterapuetas psicoanalíticos ante los atravesamien-
tos sociohistóricos y la mirada desde la perspectiva de género, que habilite a alojar la
diversidad de sentires y vivencias.
Palabras clave: género, psicoanálisis, transgeneracional, subjetividad.
Abstract
This article presents some of the discourses observed in current psychoanalytic
clinics where women express their discomfort and search for new forms of subjectivity.
At the same time, it invites reection on the ethical-professional stance of psychoanalytic
psychotherapists in the face of socio-historical intersections and a gender perspective
that enables the accommodation of diverse feelings and experiences.
Keywords: gender, psychoanalysis, transgenerational, subjectivity.
Resumo
Este artigo apresenta alguns dos discursos observados nas clínicas psicanalíticas
atuais, nos quais as mulheres expressam seu desconforto e a busca por novas modalidades
de subjetividade. Ao mesmo tempo, nos convida a reetir sobre o posicionamento ético-
prossional dos psicoterapeutas psicanalíticos diante das experiências sócio-históricas e
a visão na perspectiva de gênero, que nos permite acomodar a diversidade de sentimentos
e experiências.
Palavras-chave: gênero, psicanálise, transgeracional, subjetividade.
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INTRODUCCIÓN1
Este artículo fue presentado en las XV Jornadas Internacionales
del Foro de Psicoanálisis y Género (2022), que llevaba por nombre El gé-
nero… ¿en llamas? La interpelación de las subjetividades y de los feminismos
actuales a los discursos psicoanalíticos. Este título me llevó a pensarme en
los múltiples atravesamientos que conllevan las diversas formas de
ser mujer en la actualidad y sus manifestaciones en la clínica.
Abuelas, madres, hijas, nietas y el devenir de nuevas generaciones
que, desde el acto más simple hasta el más rebelde, buscan mostrar
sus divergencias ante los mandatos y estereotipos que sostenían for-
mas de ser, actuar y pertenecer a una familia o a un grupo etario, o de
relacionarse sexoafectivamente. A partir del relato de sus malestares,
sus luchas internas y también las luchas sociales, conocemos sus de-
seos, pensamientos y sentires, que buscan la construcción de nuevas
subjetividades en lo intergeneracional, para ser pensadas, escuchadas
y miradas desde un lugar diferente. Estos relatos dejan en evidencia el
malestar que generan estos movimientos a nivel psíquico.
DE LOS MANDATOS INTERGENERACIONALES
A LA DESOBEDIENCIA GENERACIONAL
El vínculo intergeneracional entre mujeres, la transmisión de sabe-
res, conocimientos y formas de hacer, entre otras actividades, de unas
a otras, surgen en el relato clínico de pacientes. Algunas mujeres lo
traen como una forma de comprender las vivencias actuales por las
cuales transitan, otras lo mencionan desde la crítica y la desobediencia
hacia las generaciones que les anteceden. La desobediencia (sinónimo
1 La editora María de los Ángeles Maseda aprobó este artículo.
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«¡Tranquila, abuela! Tengo short debajo de la pollera»
Claudia Rodríguez Maristán
de indisciplina, de transgresión, de resistencia, de rebeldía) se considera
aquí como una acepción positiva y necesaria para generar quiebres o
rupturas, y, consecuentemente, salirse de los mandatos que sostienen
prácticas patriarcales hegemónicas. Sin embargo, tal actuar conlleva
una carga pesada para muchas pacientes mujeres, ya que son tildadas
de forma negativa o pasan a ser unas desconocidas para sus familiares
o su entorno afectivo. Implica, por ende, la manifestación de diversas
formas de dolor y sufrimiento por no poder o no querer responder a los
mandatos intergeneracionales que se les imponen en una época.
En este sentido, por ejemplo, una paciente adolescente plantea
con mucho dolor que su abuela no puede verla como es, no siente
que la apruebe desde sus capacidades ni les da lugar a sus intere-
ses. Su abuela le demanda que se prepare para lo que se espera que
sea a futuro: «una esposa que sepa hacer las tareas domésticas»; y
desde esta expectativa la invita a realizar las actividades juntas, lo
cual ocasiona malestar en el vínculo que se va congurando entre
ellas. A partir de este relato, podemos pensar cómo una generación
no siempre empatiza con las venideras. Esta abuela no logra escu-
char el sufrimiento de esta otra, pues demanda que su nieta, por ser
mujer, ocupe los lugares que considera se le han asignado a partir de
la división sexual.
Es necesario recordar que «la subjetividad se construye social e
históricamente y la praxis social de los individuos determina inscrip-
ciones no solo en el psiquismo consciente, sino también en áreas no
conscientes» (Fernández, 2021, p. 92). La abuela sostiene lo aprendido
en una época y sus vivencias, aspectos que para ella no son cuestiona-
bles y que, por ende, representan un orden social, cultural y simbólico
inamovible e incambiable. En ese entonces, la mujer debía estar al
servicio y al cuidado de los otros, naturalizando su papel en lo domés-
tico y reproductivo. Esto perpetuaba desigualdades a nivel familiar,
dado que las mujeres quedaban aisladas y fuera de la órbita pública
y social, lo cual restringía sus capacidades y desarrollo en otros espa-
cios. Mientras, los varones accedían a la circulación social, cultural y
política.
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A partir de los cambios que se produjeron con el surgimiento de
la sociedad industrial, emerge esta representación de familia y se pro-
ducen modicaciones en ella como unidad económica. Al respecto,
Fernández (2021) plantea:
Esta separación del lugar productivo del lugar familiar va creando las
condiciones que harán posible el aislamiento de las mujeres de los
centros urbanos en la familia nuclear, dentro de la cual las mujeres
consolidarán una función social muy especíca, tal como lo es la ma-
ternidad. Dicha función implica, por cierto, una praxis social bien deli-
mitada: crianza de los hijos y trabajo doméstico no remunerado. (p. 89)
Podemos observar, entonces, que estas características se fueron
naturalizando y se las pasó a considerar como partes «esenciales» de
la mujer, lo cual dio lugar a un modelo femenino que se considera
como tradicional (Meler, 1994; Tajer, 2020). Según Tajer (2020), este
modo tradicional de subjetivación del género femenino conguraría
la vida para estas mujeres en base a los ideales de la maternidad y la
conyugalidad; las demás áreas quedan reservadas para los varones.
Esto conlleva, a su vez, una distribución asimétrica, tanto desde lo
económico como en lo referente al poder. El lugar de la mujer, en este
sentido, queda signado por «una representación hegemónica que ha
tenido un fuerte impacto en la conformación del ideal» (Tajer, 2020,
p. 30), lo que delimita el despliegue libidinal de las pulsiones hosti-
les y eróticas, así como la conguración del narcisismo. Esta mirada
pasa a universalizarse y ocasiona que las multiplicidades de sentires
se vean opacadas; se empuja, así, a un modelo de ser mujer de una
época.
Volviendo a la adolescente y sus vivencias, arribamos a que su
malestar se asienta en su necesidad de ser mirada y reconocida, tanto
por su abuela como por otras mujeres en su familia. Este reconoci-
miento es crucial para que ella pueda devenir sujeta de sufrimiento
en esta trama familiar. Vivimos en una sociedad donde el narcisismo
y la imagen de uno mismo son fundamentales para la constitución
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de la autoestima. En esta situación, la autoestima de la adolescente
se ha visto lesionada por los desequilibrios narcisistas (Carril, 2000),
que se maniestan en síntomas como depresión, tristeza, angustia,
malestares a nivel corporal, alteraciones del sueño, ansiedades, entre
otros. Estos desequilibrios se generarían por el no cumplimiento del
ideal del yo, el cual se fue conformando a partir del entramado intra
e intersubjetivo, pero que en este tiempo entra en conicto al buscar
investir nuevos modelos, nuevas representaciones, que darán lugar a
nuevos ideales. Estos movimientos conllevan diferentes duelos.
Sobre este proceso de duelo Carril (2000) propone que
el psiquismo se enfrenta a un trabajo de duelo similar al que debe
abocarse cuando el objeto es lo perdido. Implica la desligazón y nuevas
ligaduras a través de la investidura de otros ideales del yo, más plásti-
cos, más acordes con la realidad compleja y cambiante de las posicio-
nes que hombres y mujeres ocupan en este momento histórico y con
los efectos de estos cambios en la relación entre los géneros. (p. 141)
Estos desprendimientos, por ende, si bien son sentidos como ne-
cesarios, no transcurren por un camino simple ni grato para muchas
mujeres. Las luchas internas de quiénes son y quiénes quieren ser
quedan al descubierto. Es necesario prestar atención para abordar y
elaborar intrapsíquicamente los cambios, permitiendo que el yo se
restablezca a partir de las nuevas simbolizaciones interiorizadas que
formarán parte de las demás instancias psíquicas.
De lo expuesto surgen nuevos modos de subjetivación, como los
«modos innovadores de subjetivación de género femenino» (Tajer,
2020, p. 35). Según Tajer (2020), estos comienzan a evidenciarse a co-
mienzos del siglo , la maternidad y la vida conyugal pasan a ser
una opción y el ámbito laboral cobra mayor relevancia para lograr
autonomía. Agrega que la diversidad se convierte en un medio para
tomar contacto con estas nuevas expresiones subjetivas. Esta puede
irse construyendo a partir de pequeñas modicaciones en el cotidiano
y en el accionar, pero que conllevan grandes desafíos en la existencia
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de las mujeres. De ello vamos teniendo noticias a partir del discurso
que es traído en la clínica.
Un ejemplo de esto lo constituyen las salidas ingeniosas que al-
gunas mujeres despliegan para poder hacer aquello que está pautado
socialmente aún hoy para los varones. Desde este lugar, una paciente
adulta joven recuerda una vivencia en donde, al trepar un árbol, su
abuela le llama la atención porque estaba de pollera. Hábilmente, la
paciente había buscado una alternativa para poder realizar esta activi-
dad, y respondió: «¡Tranquila, abuela! Tengo short debajo de la pollera».
A partir de una respuesta controvertida, que encierra cierto mon-
to de desobediencia, busca apaciguar a una mujer de otra época y va
dando lugar a lo diverso, a otra forma de hacer-ser ya desde tempra-
na edad. Esta joven mujer, en el cuestionamiento y la búsqueda de
la conformación de su identidad, trae a su niña interna a la escena
terapéutica. Su felicidad al trepar a los árboles en su niñez y sentirse
capaz de realizar diferentes actividades, al igual que todos, permite
ir visualizando el disfrute a partir de su cuerpo, de la potencia y los
logros que alcanza con este. El cuerpo va cobrando otra dimensión y
visibilidad para esta paciente, alejada de los estereotipos de belleza
de la época. Por otra parte, lejos está de querer ser igualada al género
masculino o a la libertad masculina, sino que reere a la expresión de
deseo de poder ser y hacer como una mujer diferente, desde sus pro-
pios intereses, desde lo lúdico y creativo, que hoy siguen siendo parte
de su vida cotidiana.
Para seguir pensando y comprendiendo el modo innovador, Tajer
(2020) agrega otras características de las mujeres: pueden expresar su
hostilidad, experimentan con más libertad la vida erótica y aceptan la
coexistencia de varios ideales que implican mayores demandas para
ser cumplidos, como, por ejemplo, si han decidido maternar y tener
éxito laboral. Aunque tienen más libertad en la toma de decisiones,
también surgen nuevos niveles de sufrimiento, producto de la sobre-
exigencia para cumplir con los logros propuestos.
Como se ha ido ilustrando, en el quehacer clínico surge cada vez
más el discurso de mujeres que ya no quieren ocupar ciertos lugares
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que se han naturalizado por generaciones y reclaman que no se sigan
manteniendo los sesgos binarios y las desigualdades encubiertas. Se
rebelan frente a actos que algunos sujetos consideran como «norma-
les» o «esperables» a nivel social, motivo por el cual no son cuestiona-
dos y pasan a ocasionar diversas formas de lo que Fernández (2009)
ha descrito como violencia invisible. Un claro ejemplo de esto es el
caso mencionado anteriormente, en donde para la abuela es normal
la solicitud que realiza a su nieta mujer, sin entender el porqué de su
malestar. O aquellas actividades que en la niñez quedan sesgadas por
el sexo biológico, como en juegos y juguetes.
Como psicoterapeutas psicoanalíticas es parte de nuestro com-
promiso y de una postura ético-política no caer en invisibilizar o aca-
llar este malestar que denuncia y puja por encontrar otras formas de
resolución, que van de la mano del momento sociohistórico y que per-
miten a nuevas generaciones la búsqueda de salidas, el no callar, sino
gritar más fuerte —o como pueden— sus malestares y conictos. A su
vez, debemos comprender que los modos de subjetivación no son rígi-
dos ni estancos, sino que pueden coexistir y generar matices.
NUEVAS REFERENCIAS SUBJETIVANTES
En los relatos que emergen en la clínica se evidencia el valor de
la mirada intergeneracional, de otras modalidades de ser mujer y de
la búsqueda del reconocimiento desde una apreciación que no en-
juicie o caiga en la crítica inhabilitadora, que no obture las modali-
dades de expresiones de deseos, sino que permita la construcción de
nuevas subjetividades. Esta búsqueda comienza y se asienta prime-
ramente en el entramado familiar, para luego buscar en el afuera,
en lo exogámico, nuevas formas de identicaciones. Es importante
aquí considerar los aportes de Rojas (2013), quien nos muestra la
relevancia de las dimensiones social y vincular, que se encuentran
entrelazadas y van aportando en el devenir singular de cada iden-
tidad. Esto conlleva ser producto y productora de un determinado
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tiempo, crear nuevos escenarios para que se generen otras formas
de relacionamiento.
Ante el agotamiento que provoca la búsqueda de modelos feme-
ninos en el entorno cercano que hayan logrado otras formas de sub-
jetividad al romper con los lugares que se esperaba que ocuparan de
acuerdo con los mandatos mencionados anteriormente, algunas mu-
jeres comienzan a rastrear otros espacios, otros grupos con los cuales
identicarse, que funcionen como espacios de sororidad. Estos espa-
cios no se limitan al encuentro cuerpo a cuerpo con otras mujeres, sino
que se expanden hacia la virtualidad, al ciberespacio. Estos lugares no
solo se habitan para ser usados como medios de ocio, sino también
como espacio para compartir, estar acompañadas y cocrear realidades
desde la singularidad que cada una puede aportar.
El ciberespacio y las redes sociales cobran, en este sentido, otra
dimensión que rebasa la urgencia del cumplimiento de deseos como
espectadores curiosos de las vivencias de otros, para pasar a alojar y
generar encuentros ante malestares socioafectivos compartidos. Les
aporta diversidad de miradas, así como también una resignicación
de las experiencias vividas y, en algunos casos, hasta cierto amparo
ante el desasosiego de no ser comprendidas. Allí van encontrando con
quiénes resonar, nuevos modelos para identicarse o desde donde sos-
tener una identidad incipiente de ser mujeres en la actualidad. Un
ejemplo de ello es el perl o cuenta de Instagram llamado Mujeres
Que No Fueron Tapa (). Los posteos publicados y compartidos
en este espacio reejan hechos biográcos y reexiones que realizan
muchas mujeres sobre sus vivencias en diferentes etapas de su vida.
Las experiencias que han transitado dan visibilidad a los mandatos
generacionales y a las diversas formas de violencia sufridas.
Sobre estas modalidades de expresión de intimidad en la red, Zafra
(2022) plantea que
En internet la autonarración de mundos íntimos y privados ha ex-
plotado también a nivel político. Hay en ella un ejercicio de pronun-
ciamiento del «yo», de verbalización y difusión de lo no-normalizado
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y escondido culturalmente, pero también de lo que siendo íntimo ha
sido violento para las mujeres. Publicar y compartir aquello que una
cultura enseña a sentir «inefable», subestimándolo o degradándolo
como asunto menor y doméstico paralelamente al empequeñecer de
las mujeres y a su desarticulación colectiva, es sin duda una cuestión
política. Este asunto ha estado en el corazón de la intimidad de las
mujeres como base de una cultura patriarcal que reforzaba el silen-
cio, la humillación y la intimidación de quienes sufrían las violencias
y no de quienes las ejercían sobre ellas. El control se sustentaba en la
perversión de educar a las mujeres como guardianas morales de su
propia subordinación, azuzando la rivalidad entre ellas e impidiendo
oportunidades de encuentro y alianza entre iguales. (p. 118)
Una paciente toma algunos de estos escritos para dar sentido a
sus afectos, a su postura con respecto a algunos temas que como mu-
jer maniesta no querer repetir. En su búsqueda interna/externa por
ser ella misma, sin tener que cumplir con expectativas de otros, ya
sea desde lo que espera su familia o bien sus parejas sexoafectivas,
se va encontrando y va tomando distancia respecto de aquello que le
ocasiona malestar.
Los lugares virtuales al mismo tiempo resuenan paradójicos, ya
que buscan la hermandad, la sororidad, el acompañar, pero se ins-
talan en medio de una red social que puede ser catalogada como un
espacio donde sobresalen el individualismo e imágenes prearmadas
que buscan mostrar la perfección, una instantánea que no muestra el
detrás de cámaras. Sin embargo, estos se han convertido en medios de
expresión que permiten pensar cómo «las potencias deseantes de los
colectivos toman diferentes formas a lo largo de la historia. El modo en
que se articulan o amalgaman potencia y forma dará su particularidad
a cada momento histórico y a cada movimiento social» (Fernández,
2021, p. 366). Y, al respecto, Zafra (2022) propone que «Frente a la crí-
tica hacia internet como motor de exposición y mercantilización del
sujeto, el feminismo ha logrado usarla para visibilizar y compartir lo
privado desde una intencionalidad política» (p. 115).
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Otra red social signicativa para una paciente es Linkedin, una
plataforma diseñada para que los profesionales amplíen sus contac-
tos y expandan sus fuentes de inserción laboral. Dicha plataforma ha
crecido a nivel mundial desde su creación y alberga diferentes moda-
lidades de expresión de profesionales, donde también se crean grupos
y comunidades con intereses especícos. Uno de estos está formado
por un grupo de mujeres que buscan revalorar su lugar como profesio-
nales, habilitando espacios que históricamente han sido dominados
por hombres. Esta paciente logra identicarse y tomar como modelo
a sus pares, sin entrar en una modalidad de competencia o rivalidad,
sino valorando las habilidades que tienen en común, pensando en sus
capacidades como mujeres, en los aspectos que comparten y las des-
tacan dentro de su rubro laboral. Desde allí, resignica su lugar como
mujer profesional.
Estas nuevas referencias subjetivantes nos invitan a acercarnos a
la necesidad, cada vez más evidente, de que las mujeres se encuentren
y resuenen como una comunidad empoderada, capaz de denunciar
las desigualdades y agresiones vividas por ser mujeres, y comiencen a
construir otras modalidades de habitar los espacios para dar lugar a
nuevas representaciones del ser mujeres.
PARA CONTINUAR PENSANDO DESDE
LA DESOBEDIENCIA
Durante la escritura de este trabajo reexivo me sentí acompaña-
da por las múltiples voces de niñas, adolescentes y mujeres que han
traído sus relatos en el espacio psicoterapéutico. La complejidad de la
escucha y mirada clínica, que implica despojarse de los estereotipos
y prejuicios de lo que se espera en una época sobre el ser mujer, los
cuerpos y los deseos, es esencial en una clínica psicoanalítica actual
que habilite el sostén de la diversidad. También requiere comprender
lo que implica ser mujer hoy, para cada una de ellas y también para
mí desde mi lugar como psicoterapeuta mujer. Esto exige una mirada
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que aloje las diferentes voces y sentires, acompañando a cada pacien-
te en la búsqueda de su realización, de su desarrollo personal y a nivel
psíquico.
En denitiva, implica la responsabilidad profesional de no caer en
ingenuidades psicoterapéuticas o en sesgos teóricos que invisibilizan
y generan abordajes iatrogénicos, al no habilitar la lectura de nuestra
implicación en la clínica psicoanalítica. También es crucial tener en
cuenta los movimientos y los atravesamientos sociohistóricos que no
quedan fuera del consultorio y que transversalizan el psiquismo en su
constitución y funcionamiento.
Es importante tener en consideración que las mujeres, muchas ve-
ces, no desconocen el sufrimiento de quienes las anteceden y las pue-
den reconocer como parte de sus historias intergeneracionales, pero
esto no siempre es suciente para comprender sus propios malestares.
Necesitan despojarse de los mandatos sin sentir culpa para consolidar
otras subjetividades.
Para nalizar, se hace necesaria la desobediencia de las nuevas
generaciones de mujeres, para habilitar algo de lo diferente, de la di-
versidad, y para que surjan, desde la potencia de esta actitud, las ex-
presiones de sus deseos e ideales narcisistas.
* * *
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