EL PROBLEMA DE LA DOMINACIÓN.
VÍCTIMAS Y VICTIMARIOS:
PENSAR EL ENTRE
THE PROBLEM OF DOMINATION. VICTIMS AND
PERPETRATORS: THINKING THE IN-BETWEEN
O PROBLEMA DA DOMINAÇÃO. VÍTIMAS
E AGRESSORES: PENSAR NO ENTRE
Stefanía Molina Torterolo
Instituto Universitario de Postgrado de AUDEPP
Montevideo, Uruguay
Correo electrónico: stefaniamoltor31@gmail.com
ORCID: 0009-0003-2788-5814
Recibido: 15/7/2023
Aceptado: 5/10/2023
Equinoccio. Revista de psicoterapia psicoanalítica, 5(1), enero-junio 2024, pp. 13-33.
ISSN: 2730-4833 (papel), 2730-4957 (en línea). DOI: doi.org/10.53693/ERPPA/5.1.1
Para citar este artículo / To reference this article / Para citar este artigo
MOLINA TORTEROLO, S. (2024). El problema de la dominación. Víctimas y victimarios:
pensar el entre.
Equinoccio. Revista de psicoterapia psicoanalítica, 5
(1), 13-33.
DOI: doi.org/10.53693/ERPPA/5.1.1
Creative Commons Reconocimiento 4.0 Internacional (CC BY 4.0)
Submitted: 15 July 2023
Accepted: 5 October 2023
Recebido: 15/7/2023
Aceite: 5/10/2023
Resumen
El texto problematiza las nociones de víctima y de victimario, desde una perspectiva
losóca, psicoanalítica y de género, en el marco de los derechos humanos. La produc-
ción del binomio simplica la complejidad que conlleva reexionar acerca de proble-
máticas sociales y humanas. La idea de víctima-victimario representa oposiciones dis-
cursivas y materiales; se le concede contrapuestos juicios de valor. Implica, además, el
cumplimiento de ciertas expectativas con respecto a exclusión y necesidad.Comprender
las dimensiones simbólicas y materiales que involucran los términos contribuye a in-
corporar los diversos matices que en cada caso se presentan.
Palabras clave: problema social, identidad de género, intersubjetividad.
Abstract
This text problematizes the notions of victim and perpetrator from a philosophical,
psychoanalytic, and gender perspective within the framework of human rights. The
production of the binary simplies the complexity involved in reecting on social
and human issues. The idea of victim-perpetrator represents discursive and material
oppositions; it is granted opposing value judgments. It also implies the fulllment of
certain expectations regarding exclusion and need. Understanding the symbolic and
material dimensions involved in the terms contributes to incorporating the diverse
nuances that arise in each case.
Keywords: social problem, gender identity, intersubjectivity.
Resumo
O texto problematiza as noções de vítima e de agressor a partir de uma perspectiva
losóca, psicanalítica e de gênero, no âmbito dos direitos humanos. A produção do
binômio simplica a complexidade decorrente da reexão sobre os problemas sociais e
humanos. A ideia de vítima-agressor representa oposições discursivas e materiais; e são
concedidos julgamentos de valor conitantes. Além disso, acarreta o cumprimento de
certas expectativas em relação à exclusão e à necessidade. Compreender as dimensões
simbólicas e materiais envolvidas nos termos ajuda a incorporar as diversas nuances
que se apresentam em cada caso.
Palavras-chave: problema social, identidade de gênero, intersubjetividade.
15
INTRODUCCIÓN1
El ser humano no es un ser manso, amable, a lo sumo
capaz de defenderse si lo atacan, sino que es lícito atribuir
a su dotación pulsional una buena cuota de agresividad. En
consecuencia, el prójimo no es solamente un posible auxi-
liar y objeto sexual, sino una tentación para satisfacer en
él la agresión, explotar su fuerza de trabajo sin resarcirlo,
usarlo sexualmente sin su consentimiento, desposeerlo de
su patrimonio, humillarlo, inigirle dolores, martirizarlo y
asesinarlo.
Sigmund Freud (1930, p. 108)
El texto pretende problematizar las nociones de víctima y victi-
mario desde una perspectiva losóca, psicoanalítica y de género,
en el marco de los derechos humanos. Se asume que dialectizar los
diversos campos disciplinares, así como remplazar un saber cerra-
do y estático, posibilita el conocimiento dinámico y abierto, es decir,
complejo, aunque siempre surado. De lo contrario, se puede blo-
quear fácilmente el pensamiento crítico y tender a generalizaciones.
Siguiendo a Bachelard (2000), la excesiva respuesta por lo singular o
lo universal se presenta como obstáculo epistemológico. En tal sen-
tido, las fronteras disciplinares pueden desdibujarse sin que esto sea
un problema en sí mismo.
Este escrito es sin duda un recorte que se dene sobre todo por
sus limitaciones, ya que comprende simplemente lo que es capaz de
englobar, aunque se compromete en sus intenciones a no excluir lo
que aún no ha logrado nombrar y, por lo tanto, abarcar. Más que res-
puestas, busca instalar preguntas.
1 La editora María Victoria Patrón aprobó este artículo.
16
El problema de la dominación. Víctimas y victimarios: pensar el entre
Stefanía Molina Torterolo
En mis años de trabajo vinculado al abordaje de situaciones de
violencia basada en género con personas adultas, he logrado aproxi-
marme a la complejidad que involucra la causa y a comprender los
diversos matices que en cada caso se presentan, que trascienden el
nivel social y estructural, aunque de igual forma se trate de produccio-
nes subjetivas situadas. La historia de la humanidad es discontinua,
se encuentra rebosada de superposiciones simbólicas e imaginarias,
y atravesada por variadas disposiciones deseantes, lo que permite la
creación de discursos plurales que se apartan (en parte) del modelo re-
duccionista que los antecede. En las producciones subjetivas acontece
de igual modo: en ellas coexiste lo arcaico y lo novedoso.
Problematizar los diversos escenarios humanos es siempre un
desafío. Es por ello que asentar ciertas interrogantes en el binomio
víctima-victimario favorece la deliberación y la intervención en térmi-
nos de complejidad. Rescatar la metáfora perdida ante el exceso de
literalidad es un reto propuesto.
IDEAS PRELIMINARES
Las ideas de víctima y victimario representan oposiciones discursivas
y materiales, se les concede contrapuestos juicios de valor. Implican,
además, el cumplimiento de determinadas expectativas en lo que res-
pecta a exclusión y necesidad: para que existan victimarios es ineludi-
ble la producción de víctimas, y viceversa. La relación social mediada
por la violencia tiene como eje fundamental la invención de estos dos
roles. El victimario descarga su violencia sobre la víctima, que es pasi-
va, que solo recibe, mientras que el primero solo da:
Ambos son caras de una misma moneda, inseparables, inexistentes
uno sin el otro, pueden, no obstante, caracterizarse de manera parti-
cular. Dicho de otro modo, hay maneras especícas de ser tanto victi-
mario como víctima, que dependen, claro está, del momento histórico,
17
1
Equinoccio. Revista de psicoterapia psicoanalítica, 5(1), enero-junio 2024, pp. 13-33.
ISSN: 2730-4833 (papel), 2730-4957 (en línea). DOI: doi.org/10.53693/ERPPA/5.1.1.
lugar, preferencias a la hora de ejercer la violencia, formas de tramitar
el dolor y dar sentido a la violencia y demás; que a su vez dependen del
entramado simbólico e imaginario de cada sociedad, valga decir, de su
cultura. (Garro, 2018, p. 54)
Es preciso asimilar que ninguna teoría o técnica posee la capacidad
en sí misma de explicar todas las problemáticas humanas. También,
que cualquier intento que incluya la búsqueda de una admitida verdad,
como sinónimo de totalidad, constituye otra de las dicultades que se
presentan a la hora de realizar cualquier análisis que no contemple
las múltiples tonalidades de algún problema humano, que debe ser
deliberado en base a la interdisciplina. Se trata de saber que todo con-
tenido y quehacer es en sí mismo restringido; sin embargo, es poderoso
por su especicidad.
Si bien se insiste en excluir la entelequia de linealidad y determi-
nismo, paradójicamente, en más de una ocasión, se acude a ella con
el objetivo de traducir ciertos fenómenos sociales que son interpre-
tados de forma general, barriendo toda singularidad. El pensamiento
que precede está cimentado en seguridades y categorías binarias. La
lógica aristotélica, que en esencia se acompaña por un modelo vali-
dista (lo válido y lo inválido), sentencia que se debe ser lo uno o lo
otro, sin un sitio para el entre, es decir, para aquellas reexiones y
existencias intersticiales, siguiendo a Foucault (2002). Las reglas de
la modernidad eran claras, así como lo prohibido y lo aceptado (ré-
gimen preciso de obediencia y autoridad). Los sujetos de esa época
eran herederos del Edipo, del castigo, la culpa, la gura del parricidio
y la amenaza castradora.
En la actualidad, continúan las dominaciones biopolíticas (Foucault,
2007), incluso de forma explícita, a pesar de los tantos avances en mate-
ria de derechos humanos. Ello se puede visualizar con el empuje de cier-
tos movimientos reaccionarios, conservadores y fundamentalistas, que
se rebelan contra la alteridad y la diversidad de existencias. Un ejemplo
de lo anteriormente mencionado es la campaña reaccionaria «Con mis
18
El problema de la dominación. Víctimas y victimarios: pensar el entre
Stefanía Molina Torterolo
hijos no te metas»,2 cuyo epicentro de debate es la supuesta «ideología
de género». La retórica de la ideología de género está atravesada por
una veta religiosa reaccionaria, busca presentar a los feminismos y a los
movimientos + como un nuevo totalitarismo que se inltra en la
política, el Estado y la familia, defendiendo a la naturaleza de «toda con-
taminación». La ley natural es un diseño original binario y heterosexual,
por ello el intento es conservar las atribuciones originales.
Estos movimientos se están llevando a cabo en diferentes países
de América Latina, al mismo tiempo que los movimientos de muje-
res y feministas denuncian públicamente una enormidad de delitos
cometidos por hombres que ejercen violencia en diferentes ámbitos.
El giro reaccionario intenta establecer un precepto de carácter único
y excluyente, por ejemplo, de la familia heterosexual, negando otras
formas de amar y de experimentar las sexualidades. Por momentos,
estos relatos parecen atemporales, pero se instalan como ese eterno
retorno. En los relatos reaccionarios se apela a principios liberales:
«cada uno piensa lo que quiere» (como un principio de libertad). Las
desigualdades, entonces, no son solamente un problema de orden so-
cial instituido, sino que también son un conjunto de opiniones sobre
alguna problemática social.
Tal como dice Foucault (1988), para todo modo de obediencia ha-
brá un modo de resistencia, es así que los sistemas permanecen vivos;
a mayor lucha por los derechos de las mujeres, mayor intento por lo
contrario. El actual sistema de dominación se deende de la incerti-
dumbre, de que quede en evidencia que obedece al control social, de
que se visibilice que la neutralidad (utopía de simetría) que postula
es cticia: «ahora las mujeres y los hombres tienen las mismas opor-
tunidades, están en igualdad de condiciones» es un ejemplo de lema
neoliberal. La pregunta fundamental que se puede hacer es por qué,
a pesar de los múltiples avances en materia de derechos humanos,
2 Movimiento conservador fundado en el año 2016, que surge en Perú como reacción
a la implementación del enfoque de género en el Currículo nacional de Educación Bási-
ca. Actualmente, esta organización funciona en varios países, incluido Uruguay.
19
1
Equinoccio. Revista de psicoterapia psicoanalítica, 5(1), enero-junio 2024, pp. 13-33.
ISSN: 2730-4833 (papel), 2730-4957 (en línea). DOI: doi.org/10.53693/ERPPA/5.1.1.
cuestan tanto los cambios; esto puede corresponder a un síntoma po-
lítico, conceptual y epistemológico.
Por otro lado, la dominación también puede presentarse de ma-
nera menos explícita, produciendo subjetividades híbridas y uidas
en apariencia. No basta con que los hombres se vistan de rosado o
cambien los pañales a sus hijos e hijas, si al momento de vincularse
con las mujeres y en la dimensión intragénero continúan ejerciendo
el poder que socialmente se les otorga. Con relación a este aspecto,
el estudioso sobre masculinidades de nacionalidad mexicana, Garda
(2022), sostiene que estas acciones no alteran ni el patriarcado ni las
relaciones de poder. Si bien en parte puede resultar benecioso para
algunos hombres, no desmonta las relaciones de poder ni las situacio-
nes de violencia hacia las mujeres. En una entrevista que le realizaron
en elDiario.es, el autor plantea:
Es como decir «vamos a dejar la masculinidad para tener nuevas
masculinidades, cambiemos para seguir igual […]». Un ejemplo: un
hombre va a uno de estos talleres de masculinidad y abraza a su hijo.
Muchos compañeros dicen «eso es nueva masculinidad». Nosotros
decimos: no es cierto, lo único que hace esta persona es abrazar a
su hijo, vamos a preguntarle al sujeto, a ver qué signicado le da el
hombre a ese acto de abrazar a su hijo. (Garda, 2022, párr. 2)
Siguiendo esta línea de pensamiento, es fundamental que sean
las propias personas quienes puedan signicar sus actos y desde allí
comenzar cualquier intervención. El psicoanálisis enseña mucho al
respecto, ya que en esencia va a contrapelo de cualquier intento de
interpretación masivo. Garda (2022) expresa:
Lo que yo he encontrado es que para la mayoría de los hombres la
identidad masculina ha sido una experiencia de opresión, de deman-
da, que a muchos no les interesa mantener. A muchos otros sí les
interesa, consciente o inconscientemente, porque les da poder, pri-
vilegio. (párr. 3)
20
El problema de la dominación. Víctimas y victimarios: pensar el entre
Stefanía Molina Torterolo
Otro aspecto que no es menos importante es que, si bien el siste-
ma de dominación establece la tendencia a que los hombres sean po-
tenciales agresores y las mujeres sean posibles víctimas, es necesario
comprender que todas las personas reproducen las lógicas hegemóni-
cas del sistema, aunque les toquen roles y papeles distintos.
Es sabido que la vida está plagada de forcejeos que la cultura impo-
ne. Desde el nacimiento de cualquier persona se imputa cierto abuso
de poder, desde el momento en que se coloca un nombre, que se viste
a un niño o niña, etcétera. Es entonces que, desde el inicio, la identidad
se va gestando en un contexto de asimetría de poder. Las personas se
van congurando a partir de lo que reciben del mundo adulto y de
acuerdo con lo que este va inscribiendo. Y es mediante dicha imposi-
ción que se da lugar a los primeros aprendizajes identicatorios.
El dilema en torno a la identidad ha surgido en debates losócos
de todas las épocas. Es la noción de identidad la que permite determi-
nadas reivindicaciones y es en sí misma un problema, dado que las
personas se ven exigidas a denirse mediante alguna identidad (étni-
ca, sexual, etcétera), lo cual libera y limita al mismo tiempo. En este
contexto, se coloca en escena al lósofo Badiou (2005/2009), quien
observa que toda característica empleada para identicar a un grupo
humano o a un sujeto requiere de ser aplicada a algunos elementos
y a otros no. Siguiendo este pensamiento, la edicación de las nocio-
nes de víctima y de victimario, así como las de femenino y masculino,
vienen a representar términos totalizantes: se es toda víctima o todo
victimario.
Desde una perspectiva psicoanalítica, aquello que se vive de ma-
nera pasiva en un vínculo puede experimentarse de forma activa en
otro. Es por ello que algunas personas pueden estar siendo víctimas o
victimarios en una determinada relación de poder y, sin embargo, en
otras no; incluso puede suceder la realidad inversa. De todas maneras,
es importante no perder de vista la estructura social androcéntrica,
que, según plantea Bonino (2003), imposibilita pensar en términos si-
métricos, ya que implicaría no considerar las relaciones de poder im-
perantes entre hombres y mujeres:
21
1
Equinoccio. Revista de psicoterapia psicoanalítica, 5(1), enero-junio 2024, pp. 13-33.
ISSN: 2730-4833 (papel), 2730-4957 (en línea). DOI: doi.org/10.53693/ERPPA/5.1.1.
La violencia masculina contra las mujeres es toda forma de coacción,
control o imposición ilegítima por la que se intenta mantener la je-
rarquía impuesta por la cultura sexista, forzándolas a que hagan lo
que no quieren, no hagan lo que quieren, o se convenzan [de] que lo
que decide el hombre es lo que se debe. […], ejercida por hombres de
todas las edades, sectores y etnias, tiene una causalidad compleja y
multidimensional, pero sus causas primarias son las pautas cultura-
les sexistas que mantienen y favorecen la superioridad masculina y
la subordinación femenina, así como su naturalización y banaliza-
ción. (Bonino, 2003, pp. 1-2)
Por otro lado, el psicoanálisis intersubjetivo resulta de utilidad
para debatir en torno a las interpelaciones presentadas. Se centra en
el estudio de las relaciones interpersonales, explora los conictos re-
lacionales y los patrones repetitivos que surgen en las interacciones, y
analiza y aborda el impacto de los vínculos en la salud mental de las
personas.
Benjamin es una destacada referente de esta corriente y es una
teórica feminista estadounidense. Su trabajo se ha centrado en la com-
prensión de las relaciones interpersonales y la dinámica de poder en
los vínculos, en particular de las relaciones entre mujeres y hombres.
La autora (apud Dio Bleichmar, 2018) argumenta que la dependencia
es una parte esencial de cualquier relación humana y que el reconoci-
miento mutuo de esta dependencia es fundamental para el desarrollo
de relaciones saludables, mientras que la negación de la dependencia
puede guiar a la alienación. Asimismo, examina cómo la dinámica de
poder en las relaciones interpersonales puede llevar a la opresión y la
subordinación. Indica que la sumisión de las mujeres en la sociedad es
en gran parte el resultado de la negación de la dependencia y la sepa-
ración entre lo masculino y lo femenino.
En el sometimiento a veces puede verse una paradoja en la que el
sujeto trata de liberarse por medio de la esclavitud. La presunción de
la dependencia y la necesidad de reconocer y aceptar esta dependen-
cia mutua es una valiosa lección.
22
El problema de la dominación. Víctimas y victimarios: pensar el entre
Stefanía Molina Torterolo
Desde una mirada losóca, siguiendo el pensamiento de Sartre
(1989), es menester reconocer que la mirada del otro ja al sujeto den-
tro de una identidad de la cual es dicultoso huir. Esto vuelve al sujeto
un objeto para el otro, puesto que lo encierra en los márgenes de una
identidad y fuerza una subjetividad que es abierta: «Reconozco que
soy como el prójimo me ve» (Sartre, 1989, p. 143).
Vale destacar que los movimientos organizados de mujeres han ha-
bilitado la incorporación de la perspectiva de género. Esta aporta sig-
nicativamente a la hora de reconocer que las sociedades estructuran
sus dinámicas de acuerdo con la diferencia sexual, diferencia entendida
como sustantiva, que marca (de manera ilusoria, aunque tangible) el
destino de las personas, como parte elemental del deber ser.
La violencia basada en género se encuentra en la agenda de de-
rechos humanos de los diferentes Estados, ya que está inmersa en la
sociedad, la cultura, las creencias, los estereotipos, las pautas de rela-
cionamiento, etcétera. Se trata de un grave problema social ante el cual
el Estado y la sociedad en su conjunto deben tomar las medidas nece-
sarias para su prevención, detección, reparación y tratamiento. Logra
producir daños a nivel psicológico, sexual, económico, físico, ambiental
y social. En cualquiera de sus formas, y tanto en el ámbito público como
en el privado, instituye una violación de los derechos humanos, por lo
cual se constituye en un problema de justicia social.
Es básico atender este grave problema social, instalado hace ya
varios siglos. Pero ello no signica que no se pueda generar distin-
tas lecturas según cada caso, que deberán ser entendidos desde una
dimensión macro, aunque también micro, singular. Es entonces que
deconstruir diversos mandatos imperantes a los cuales las personas
están expuestas puede entenderse como un criterio mismo de salud
mental.
De acuerdo con el marco normativo uruguayo sobre la violencia
basada en género, la Ley 19.580 de Violencia hacia las Mujeres Basada
en Género, aprobada en diciembre de 2017, remueve la violencia hacia
las mujeres del ámbito doméstico, amplica sus impactos y las formas
en que es visibilizada por la sociedad y el Estado, y brinda un marco
23
1
Equinoccio. Revista de psicoterapia psicoanalítica, 5(1), enero-junio 2024, pp. 13-33.
ISSN: 2730-4833 (papel), 2730-4957 (en línea). DOI: doi.org/10.53693/ERPPA/5.1.1.
para pensar novedosas formas de intervenir. Se la considera una ley
integral, ya que aborda aspectos relacionados con la conceptualiza-
ción de la violencia y los criterios para su interpretación, y describe
los derechos de las mujeres ante las violencias basadas en género y
los principios para intervenir en dichas situaciones. Asimismo, trata
a la violencia como una vulneración de los derechos humanos, cuyas
expresiones son diversas. Promueve la superación de modelos hetero-
normativos por variadas identidades y orientaciones sexuales, e invita
a la autonomía de las mujeres con el objetivo de trascender modelos
tutelares que las ubican en el lugar de objetos.
UNA COSA NO QUITA LA OTRA
Desde una perspectiva losóca asociada al paradigma de la com-
plejidad, se debe tener presente que aquello que se plantea como real
y material robustece, en más de una oportunidad, el poder hegemóni-
co y naturaliza una realidad prediscursiva diseñada para instituir este
poder. Sería lícito examinar por qué, como sociedad, adquirimos la ne-
cesidad de ubicarnos en categorías identitarias paralizantes, como son
la de víctima y victimario.
Diferentes tecnologías de poder se encargan de manufacturar sub-
jetividades disciplinares y generan la ilusión de la existencia natural
de roles, estereotipos, prácticas, etcétera. Desde la concepción de poder
de Foucault (1979), la necesidad de una identidad ja correspondería
a la capacidad del poder de generarse, subordinarse y reproducirse en
una misma persona o colectivo.
Por su lado, Butler (2001) presenta el concepto de performatividad,
que se dene por actos repetidos que las personas reproducen y que
generan una serie de efectos que van consolidando la manifestación
de una supuesta realidad interna mediante diversos rituales que lo-
gran su efecto a través de su naturalización, lo cual produce identidad.
Mientras, Deleuze (s. f./1969) dice que, cuando se asume una identi-
dad, se sujeta el desarrollo de la potencia de vida a los deseos, ideas
24
El problema de la dominación. Víctimas y victimarios: pensar el entre
Stefanía Molina Torterolo
y formas, y no deja que prolifere aquello que esté en desacuerdo con
esta identidad: se está aprisionando la vida. El devenir comienza cuan-
do se rompen las líneas duras del ser.
Morin (1990) propuso lo que hoy se conoce como paradigma de la
complejidad y esboza:
¿Cuáles son mis fundamentos?, la ausencia de fundamentos, es de-
cir, la conciencia de la destrucción de los fundamentos de la certi-
dumbre. ¿En qué creo?, creo en la tentativa de desarrollar un pensa-
miento lo menos mutilante posible […]. (p. 84)
Continuando con esta perspectiva, no es posible escapar a la incer-
tidumbre y tampoco es factible contar con un saber total, justamente
es la totalidad la no verdad. La complejidad está donde menos se ve:
las novelas la han abordado y la resaltan en el entramado de conic-
tos, emociones y situaciones diversas que confronta día a día el ser
humano. Morin (1999, p. 95) señala que todas las obras maestras de
la literatura lo fueron también de la complejidad, tales como: la re-
velación de la condición humana en la singularidad de un individuo
(Montaigne), el juego de las pasiones humanas (Shakespeare), y la
condena de lo real por lo imaginario (el Quijote de Cervantes). (Paiva
Cabrera, 2004, p. 246)
VÍCTIMAS Y VICTIMARIOS
Es recién en el siglo  que los juristas Hentig y Mendelsonh fun-
dan la victimología. Según su etimología, la palabra víctima proviene
del latín y signica «persona o animal destinado al sacricio religioso»
(Corominas, 1987, p. 605). Además, la víctima es entendida como el
sujeto vencido. La víctima de un sacricio religioso se hace sagrada,
se consagra, en dos momentos contrapuestos: primero, cuando se la
25
1
Equinoccio. Revista de psicoterapia psicoanalítica, 5(1), enero-junio 2024, pp. 13-33.
ISSN: 2730-4833 (papel), 2730-4957 (en línea). DOI: doi.org/10.53693/ERPPA/5.1.1.
maldice, puesto que la comunidad transmite el peso de su odio colec-
tivo sobre su espalda; y, después, cuando se la sacrica para evitar la
catástrofe en la comunidad, se la santica y hasta glorica. El trato
a las víctimas ha sido siempre contradictorio: se las odia y luego se
las ama; se les da un trato casi divino y luego se las despoja. Ello ha
quedado visible en varias tragedias griegas, que, «más que mitos, son
realidades veladas por la metáfora» (Rodríguez, 2010, p. 39). Es posible
interpretar que en la representación social de la víctima se despliega
un mecanismo defensivo teorizado por el psicoanálisis, que es el de
idealización/devaluación de dicha gura.
Una de las características centrales de la concepción de víctima es
que se dene por su inocencia. Deconstruir la víctima y conocer sus
premisas aporta a una clínica que desplaza al sujeto de sus ataduras.
Mientras que «la apelación al aparato jurídico para intervenir sobre es-
tas situaciones produce una simplicación de problemáticas comple-
jas, el sistema identica permanentemente “víctimas” y “victimarios”,
desplazando de la escena las múltiples determinaciones económicas,
políticas, ideológicas inscriptas en una coyuntura histórica» (Arrúa,
2020, p. 62).
El signicado actual de víctima se relaciona directamente con la
posición que guarda un sujeto respecto al biopoder, en términos fou-
caultianos. El concepto de biopoder se asocia directamente con el con-
trol sobre el cuerpo y la vida de las personas, así como con la regu-
larización de las normativas. Parafraseando al autor, se trata de una
tecnología sobre la vida de las personas que requiere de todas las ins-
tituciones estatales y no estatales para que se pueda llevar a cabo. El
poder no es «un fenómeno de dominación masiva y homogénea de un
individuo sobre los otros, de un grupo sobre los otros» (Foucault, 1979,
p. 144); es, sin embargo, lo que circula transversalmente. Por ende, no
es estanco ni es un atributo especíco de un sujeto o grupo humano.
Desde un anclaje interseccional como campo dentro de los estu-
dios de género, el concepto de biopoder se interrelaciona con las cate-
gorías género, clase social, etnia, edad, nivel socioeconómico y orien-
tación sexual.
26
El problema de la dominación. Víctimas y victimarios: pensar el entre
Stefanía Molina Torterolo
Por su lado, el término victimario también proviene del latín y sig-
nica «homicida» y, a su vez, reere al sirviente de los antiguos sa-
cerdotes que ataban a las víctimas y las prendían fuego, mientras las
sujetaban al momento del sacricio. ¿Será entonces que quienes gu-
ran como victimarios son asistentes del sistema que los produce? Las
personas que están en situación de victimarios deben asumir las res-
ponsabilidades de sus actos, y esto, en parte, puede signicar asumirse
como victimarios, aunque lo importante es no pensarlo como realidad
sin alteraciones.
Sin lugar a dudas, la violencia es violencia en todas sus dimen-
siones; también es cierto que los niveles son distintos y dependen del
caso a caso. Es bastante común que las personas que ejercen violencia
no lo reconozcan, ello podría estar asociado a la construcción de la
gura del agresor como «monstruo», pero hay que recordar que este
como tal no existe y, si no existe, tampoco podrá ser responsable de
sus acciones.
De acuerdo con el antropólogo argentino Barbero (apud Santoro,
2021), entender a los hombres que ejercen violencia como una otredad
exótica impide la visualización de sus miedos, vulnerabilidades y mi-
serias, y no permite comprender que también son personas y que han
sufrido en el proceso de construirse como hombres. De todas formas,
aunque es absolutamente legítimo y necesario atender a las personas
que viven situaciones de violencia (es decir, a las que están en situa-
ción de víctimas), las causas del problema seguramente permanezcan
intactas y continúen reproduciéndose si no se trabaja con quienes la
ejercen; eventualmente, no se daría abasto para atender a todas las
víctimas, tal como plantea Barbero.
Por su parte, Segato (2019) sostiene que la formación y construc-
ción de ser hombre
lo conduce a una estructura de la personalidad de tipo psicopático
—en el sentido de instalar una capacidad vincular muy limitada—
está fuertemente asociada y fácilmente se transpone a la formación
militar: mostrar y demostrar que se tiene «la piel gruesa», encallecida,
27
1
Equinoccio. Revista de psicoterapia psicoanalítica, 5(1), enero-junio 2024, pp. 13-33.
ISSN: 2730-4833 (papel), 2730-4957 (en línea). DOI: doi.org/10.53693/ERPPA/5.1.1.
desensitizada, que se ha sido capaz de abolir dentro de sí la vulne-
rabilidad que llamamos compasión y, por lo tanto, que se es capaz de
cometer actos crueles con muy baja sensibilidad a sus efectos. Todo
esto forma parte de la historia de la masculinidad […]. (p. 30)
El razonamiento inmediato que ubica a las personas como vícti-
mas o victimarias hace también a la dicultad de reconocer a las vícti-
mas y otorgarles un trato adecuado. La víctima no puede ser nunca un
objeto de derecho, sino por el contrario, deberá ser sujeto para no vivir
detenida o exclusivamente narrada por otros. Hay que tener sumo cui-
dado de no pasivizar a las víctimas, también como modo y posibilidad
de transformación. Es innegable que muchas mujeres que viven situa-
ciones de violencia primeramente necesitan identicarse como tales
para salir de la paraplejia que no les permite accionar, mientras que
en otras oportunidades una similar identicación es absolutamente
iatrogénica.
MISMIDADES Y DIFERENCIAS: EL PROBLEMA
DE LA DOMINACIÓN
La violencia podría estar motivada, en parte, por la incapacidad
de aceptar las diferencias entre las personas. De todas maneras, si se
piensa en profundidad, la violencia es violencia por exceso de mismi-
dad y no por abundancia de diferencia. Cuando un otro se muestra
completo, empuja al deseo de destrucción y muerte, ya que en él se
percibe la perfección, pero como ajena al yo, por lo que el otro podría
pretender quedarse con lo que no es suyo.
De acuerdo con Girard (2005), la violencia está presente en todas
las comunidades del mundo, a nivel latente o maniesto, generada por
la envidia y los deseos miméticos. «Para desplegar las violencias con
mayor “amabilidad”, las sociedades van produciendo “chivos expiato-
rios”, sin la existencia de estos, la violencia acumulada de “todos con-
tra todos” haría peligrar la existencia de las sociedades» (Rodríguez,
28
El problema de la dominación. Víctimas y victimarios: pensar el entre
Stefanía Molina Torterolo
2010, p. 35). Pareciese que las diferencias generan paz, al contrario que
las similitudes. Cuando se ubica a alguien de un lado o del otro (vícti-
ma o victimario, mujer o varón), se genera cierta tranquilidad, acom-
pañada de la sensación de coherencia.
En términos freudianos, existen en el ser humano la pulsión de
vida y la pulsión de muerte. La primera tiende a la conservación de
la vida, mientras que la segunda, al estado inorgánico inicial. Freud
(1930/2001) explicitaba que no es posible captarlas en estado puro, ya
que ambas se presentan juntas en diferentes escenarios de la vida de
las personas. La corriente agresiva es originaria del ser humano y se
coloca a disposición, por ejemplo, para enfrentar situaciones adversas.
Cada pulsión siempre está ligada a cierto monto de la otra, lo que hace
que varíe su meta o que pueda alcanzarse; así, por ejemplo, la pulsión
de autoconservación necesita disponer de agresión para alcanzar su
objetivo. La violencia incluye variadas alternativas. Y estos enlaces,
sobre todo pensando en los vínculos con las personas más cercanas,
están motivados por aspectos inconscientes y conscientes. Es por ello
que las pulsiones agresivas acompañan todo vínculo.
Actualmente se hace referencia a una sura de los lazos sociales,
la cual no tiene que ver con la ausencia de leyes que protejan y velen
por la seguridad de las personas, sino sobre todo con las dicultades
para su diligencia. Como es sabido, se hace necesario generar leyes
que protejan a determinadas poblaciones y establecer políticas ar-
mativas con el objetivo de restituir derechos y generar igualdad.
Según los datos de la Segunda encuesta nacional de prevalencia sobre
violencia basada en género y generaciones (Observatorio sobre Violencia
Basada en Género hacia las Mujeres y Consejo Nacional Consultivo
por una Vida Libre de Violencia de Género, 2019), en Uruguay, casi 8
de cada 10 mujeres han vivido violencia basada en género en algún
momento de sus vidas. Asimismo, casi 1 de cada 2 mujeres ha vivido
alguna vez violencia ejercida por su pareja o expareja, lo cual eviden-
cia la signicativa incidencia de la violencia contra las mujeres en las
relaciones de pareja. Uruguay ha raticado tratados internacionales
de derechos humanos en los que la violencia contra las mujeres ha
29
1
Equinoccio. Revista de psicoterapia psicoanalítica, 5(1), enero-junio 2024, pp. 13-33.
ISSN: 2730-4833 (papel), 2730-4957 (en línea). DOI: doi.org/10.53693/ERPPA/5.1.1.
sido considerada una violación de los derechos humanos. Desde el año
2002, con la sanción de la Ley 17.514 de Erradicación de la Violencia
Doméstica, se vienen desarrollando diversas acciones (servicios, recur-
sos, respuestas institucionales) para la prevención, sanción y erradica-
ción de la violencia doméstica. Esto se consolida con la promulgación
de la ya mencionada Ley 19.580, que tiene como objeto garantizar el
goce efectivo del derecho de las mujeres a una vida libre de violencia
basada en género.
REFLEXIONES FINALES
Con el objetivo de dar cierre momentáneo al debate, es fundamen-
tal que las y los psicoanalistas logren dimensionar la problemática de
la violencia basada en género como un asunto que atañe a los dere-
chos humanos de las personas, que no debe justicarse ni minimizar-
se. Esto implica un aspecto ético fundamental que siempre deberá ser
considerado. Si no se reconoce a las personas que están siendo vícti-
mas, es posible contribuir con la victimización secundaria, que con-
siste en una inadecuada respuesta del entorno institucional del sujeto
que ha sido víctima de algún suceso violento. Como profesionales de
la salud no podemos permitirnos semejante barbarie.
Si se piensa desde la clínica, cuando una persona adulta se con-
sidera víctima de una situación, hay que apoyarla (contemplando su
contexto actual y su timing) a que asuma cierto grado de responsabili-
dad vincular. Esto no implica de modo alguno que se haga responsable
de las acciones de las personas que le cometen violencia, si no que
pueda contactar con los impactos generados en su subjetividad debi-
do al vínculo, también para no repetir. Sin duda, esta supuesta regla no
es válida siempre, como todo.
Como se ha mencionado, es fundamental trabajar con las perso-
nas en situación de víctimas y es igualmente necesario hacerlo con las
personas en posición de victimarios. Si no es posible ocuparse de quie-
nes ejercen violencia, puede generarse la tendencia a esencializar el
30
El problema de la dominación. Víctimas y victimarios: pensar el entre
Stefanía Molina Torterolo
accionar de algunos hombres o a leer la problemática desde una mirada
exclusivamente psicopatológica, que no contempla el contexto social y
cultural ni las diferentes intersecciones que están en juego. Es funda-
mental que las personas en situación de victimarios puedan plantear
sus propias signicaciones de los actos que cometen, de lo contrario se
coloca por delante a las teorías y no al sujeto. Es aquí donde la clínica
psicoanalítica posee particular potencia de cambio individual y colecti-
vo. Para lograr este cometido se debe contar con una amplia formación
en perspectiva de género, ya que sin esta se puede caer fácilmente en
la justicación de las violencias, y esto nunca debe ser una posibilidad.
La dominación masculina continúa existiendo y permeando las
problemáticas sociales, es ininteligible y transcurre en el entramado
de lo social y de lo político, con una modalidad histórica, transversali-
zando tanto lo macro como lo micro. Los hombres (al igual que las mu-
jeres) poseen una historia como categoría social que en parte los desti-
na, pero ello no los hace menos responsables: recordar para no repetir,
decía Freud (1975). Saber de su historia como categoría social, de los
daños e impactos sobre las mujeres, puede permitir el alejamiento del
pacto de lealtad con la violencia y el dolor (que duela y haga doler).
El psicoanalista Pommier (2018) esboza una pregunta muy inte-
resante: ¿quién se atrevería a representar la libertad con rasgos mas-
culinos? Se entiende que no es correcto pensar a los hombres como
víctimas, ya que la opresión sistemática a lo largo de la historia ha sido
sobre las mujeres. Igualmente, ello no implica que la libertad se asocie
con lo masculino ni ser victimario con todo hombre. Ejercer violencia
no es parecido al sentimiento de libertad, claro está.
¿Para qué trabajar con hombres para erradicar la violencia con-
tra las mujeres? Trabajar con quienes ejercen violencia es considerado
una de las alternativas para pensar el entre. Primeramente, porque la
categoría género es siempre un asunto relacional: difícilmente se hable
de lo femenino sin hablar de lo masculino, porque la misoginia está
encarnada a nivel individual en los hombres y estructura el imagina-
rio colectivo; no solo es sancionada, sino avalada. Se puede estar siendo
víctima o estar siendo victimario sin que estas sean realidades rígidas.
31
1
Equinoccio. Revista de psicoterapia psicoanalítica, 5(1), enero-junio 2024, pp. 13-33.
ISSN: 2730-4833 (papel), 2730-4957 (en línea). DOI: doi.org/10.53693/ERPPA/5.1.1.
Residir por un tiempo considerable en uno de estos dos lugares im-
plica alejarse de la dignidad humana, no se trata de «pobres hombres
víctimas de las nuevas leyes» ni de «escorias sociales»; y como dice un
lema feminista por excelencia: «ni putas ni santas».
* * *
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
A, N. (). Consideraciones sobre la gura de la víctima.
Deconstruir sus premisas, aperturas clínicas. Fronteras, 15(2),
61-71.
B, G. (2000). La formación del espíritu cientíco (23.ª ed.). Siglo
XXI.
B, A. (2009). Cinema as a democratic embleme. Parrhesia Journal,
6, 1-6. http://parrhesiajournal.org/parrhesia06/parrhesia06_ba-
diou.pdf (Trabajo original publicado en 2005).
B, L. (2003). Masculinidad hegemónica e identidad masculi-
na. Dossiers Feministes, 6, 7-36. http://www.raco.cat/index.php/
DossiersFeministes/article/viewFile/102434/153629
B, J. (2001).Mecanismos psíquicos del poder: teorías sobre la sujeción.
Universitat de València.
C, J. (1987). Breve diccionario etimológico de la lengua castellana
(3.ª ed.). Gredos.
D, G. (s. f.). gica del sentido. Escuela de Filosofía, Universidad
ARCIS. https://www.uv.mx/tipmal/les/2016/11/Deleuze-Logica-
del-Sentido.pdf (Trabajo original publicado en 1969).
D B, E. (2018, junio). ¿Es posible un principio moral como
base de una buena acción terapéutica? El tercero moral de Jessica
Benjamin. Aperturas Psicoanalíticas, 58. http://www.aperturas.org/
articulo.php?articulo=1014
F, M. (1979). Microfísica del poder (2.ª ed.). La Piqueta.
32
El problema de la dominación. Víctimas y victimarios: pensar el entre
Stefanía Molina Torterolo
F, M. (1988). El sujeto y el poder. Revista Mexicana de Sociología,
50(3), 3-20. https://perio.unlp.edu.ar/catedras/cdac/wp-content/
uploads/sites/96/2020/03/T-FOUCAULT-El-sujeto-y-el-poder.pdf
F, M. (2002). La arqueología del saber (1.ª ed.). Siglo XXI.
F, M. (2007). Nacimiento de la biopolítica. Curso en el Collège de
France, 1978-1979 (1.ª ed.). Fondo de Cultura Económica.
F, S. (1975). Recordar, repetir y reelaborar (1914). EnObras comple-
tas (vol. , pp. 145-157). Amorrortu.
F, S. (2001). El malestar en la cultura. En Obras completas (vol. ,
pp. 57-140). Amorrortu. (Trabajo original publicado en 1930).
G, R. (2022, junio). Roberto Garda: “El hombre de las nuevas
masculinidades antes te controlaba con su enojo y ahora con
su llanto”. Eldiario.es. https://www.eldiario.es/sociedad/roberto-
garda-hombre-nuevas-masculinidades-controlaba-enojo-ahora-
llanto_128_9043102.html
G, C. A. (2018). Representaciones literarias de la víctima y el victi-
mario en cuatro novelas de la violencia [monografía, Universidad
de Antioquía]. Biblioteca Digital UDEA. https://bibliotecadigi-
tal.udea.edu.co/bitstream/10495/13628/1/GarroCesar_2018_
RepresentacionesLiterariasVictima.pdf
G, R. (2005). La violencia y lo sagrado (4.ª ed.). Anagrama.
M, E. (1990). Introducción al pensamiento complejo. Gedisa.
O  V B  G   M 
C N C   V L  V
 G (2019). Segunda encuesta nacional de prevalencia sobre vio-
lencia basada en género y generaciones. https://www.gub.uy/ministe-
rio-desarrollo-social/sites/ministerio-desarrollo-social/les/docu-
mentos/publicaciones/Segunda%20encuesta%C2%A0naciona.pdf
PC, A. (2004). Edgar Morín y el pensamiento de la compleji-
dad.Revista Ciencias de la Educación, 4(23), 239-253.
P, G. (2018). Lo femenino, una revolución sin n. Paidós.
R, A. (2010). Hermenéutica del concepto actual de víctima.
Revista del Centro Nacional de Derechos Humanos, 5(13), 33-49.
33
1
Equinoccio. Revista de psicoterapia psicoanalítica, 5(1), enero-junio 2024, pp. 13-33.
ISSN: 2730-4833 (papel), 2730-4957 (en línea). DOI: doi.org/10.53693/ERPPA/5.1.1.
https://www.cndh.org.mx/sites/default/files/documentos/2019
-03/2010_DH_13.pdf
S, S. (2021). ¿Cómo se hace un violento? Página 12. https://www.
pagina12.com.ar/366220-como-se-hace-un-violento
S, J. P. (1989). El ser y la nada. Alianza Universidad.
S, R. L. (2019). Pedagogías de la crueldad: El mandato de la mascu-
linidad (Fragmentos). Revista de la Universidad de México, 9, 27-31.
https://www.revistadelauniversidad.mx/articles/9517d5d3-4f92-
4790-ad46-81064bf00a62/pedagogias-de-la-crueldad