Equinoccio. Revista de psicoterapia psicoanalítica, 2
(2), julio-diciembre 2021, pp. xx-xx.
ISSN: 2730-4833 (papel), 2730-4957 (en línea). DOI: xxxxx.
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ESPACIOS TERAPÉUTICOS
CONMOVIDOS POR LA VIOLENCIA.
CONVERSACIÓN CON CARINA BORDES LEONE
María de los Ángeles Maseda
Asociación Uruguaya de Psicoterapia Psicoanalítica
Montevideo, Uruguay
Correo electrónico: maseda.maria@gmail.com
ORCID: 0000-0003-2558-704X
Gabriela Mayo Bruzzone
Asociación Uruguaya de Psicoterapia Psicoanalítica
Montevideo, Uruguay
Correo electrónico: gabrielamayobruzzone.psi@gmail.com
ORCID: 0009-0006-0237-7401
Equinoccio. Revista de psicoterapia psicoanalítica, 4
(2), julio-diciembre 2023, pp. 153-182.
ISSN: 2730-4833 (papel), 2730-4957 (en línea). DOI: doi.org/10.53693/ERPPA/4.2.9
Para citar este artículo / To reference this article / Para citar este artigo
MASEDA, M. Y MAYO BRUZZONE, G. (2023). Espacios terapéuticos conmovidos por la
violencia. Conversación con Carina Bordes Leone.
Equinoccio. Revista de psicoterapia
psicoanalítica, 4
(2), 153-182. DOI: doi.org/10.53693/ERPPA/4.2.9
Creative Commons Reconocimiento 4.0 Internacional (CC BY 4.0)
Equinoccio. Revista de psicoterapia psicoanalítica - Vol. , N.o 1
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Carina Bordes Leone es licenciada en Psicología por la Universidad de
la República (Udelar), psicoterapeuta habilitante y supervisora de audepp y
psicoterapeuta de niños, niñas y adolescentes.
En 2011 obtiene el diploma de profundización en Psicoterapia en
Servicios de Salud, otorgado por la Comisión Directiva de la Escuela de
Graduados de la Facultad de Medicina, Udelar (homologación). En este
mismo año trabaja como asesora en Calidad con Equidad de Género, en
el Ministerio de Desarrollo Social (mideS). En 2013 obtiene el diploma in-
ternacional en especialización en Derechos Humanos, Género y Políticas
Públicas, otorgado por la Fundación Henry Dunant América Latina.
Actualmente integra el Instituto Mujer y Sociedad, que brinda asis-
tencia a mujeres, niñas, niños y adolescentes en situación de violencia ba-
sada en género, con perspectiva de género y de derechos humanos. Es
cocoordinadora y docente del curso Violencia Basada en Género en el
Ámbito Doméstico, dictado en el Instituto Mujer y Sociedad desde el 2008,
y de seminarios con docentes invitados (como Juan Carlos Volnovich e
Irene Fridman). Asimismo, supervisa los servicios de atención a mujeres
en situación de violencia basada en género del Instituto Nacional de las
Mujeres (Inmujeres) del mideS.
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INTRODUCCIÓN
En los diferentes espacios formativos de audepp hemos intercambiado
intensamente acerca de los desafíos que nos propone la clínica actual.
Los profesionales de la salud mental integrados en los equipos interdis-
ciplinarios trabajan con las complejidades de las vidas y sufrimientos de
sus pacientes.
El Comité Editorial de Equinoccio considera que el texto Un día cual-
quiera, elaborado por Gabriela Mayo a partir de situaciones clínicas fic-
cionales, es un gran aporte que arroja luz sobre la realidad del trabajo
cotidiano en instituciones donde quienes consultan son víctimas de múl-
tiples formas de violencia, maltrato y abuso. Es un relato crudo y genuino
de las implicaciones mutuas, desde los pacientes y desde el psicólogo o
psicoterapeuta; un relato que emociona e interpela y que funciona como
disparador de la presente conversación.
Nuestra invitada a conversar, Carina Bordes Leone, con su larga ex-
periencia en estos temas, nos permite e invita a profundizar aun más.
Nos habla acerca del aprendizaje obtenido de la manera de abordar los
desafíos que se presentan. Por ejemplo: ¿cómo transmitir en una audien-
cia judicial las violencias sufridas por aquellos vulnerados y silenciados?,
¿cómo lograr un lenguaje más o menos compartido con profesionales
provenientes de otras disciplinas?
Intercambiamos acerca de su preocupación por los psicólogos que
padecen burnout o síndrome del quemado, que produce bajas en los equi-
pos y compromete la vida toda del técnico. ¿Cómo se podrían prevenir
estas situaciones? Más allá de la psicoterapia individual, ¿con qué apoyos
156
Espacios terapéuticos conmovidos por la violencia.
Conversación con Carina Bordes Leone
María de los Ángeles Maseda y Gabriela Mayo Bruzzone
institucionales cuentan los profesionales para metabolizar lo que este tra-
bajo genera y moviliza?
Hablamos también sobre la Ley N.o 20141 de Corresponsabilidad en
la Crianza,1 sus implicancias y efectos en la vida de los niños y niñas. Se
enfatiza la necesidad de seguir sosteniendo la defensa de sus derechos.
En nombre del Consejo Editorial de Equinoccio, le queremos agra-
decer a Carina la generosidad que ha mostrado al compartir sus cono-
cimientos y experiencias. Disfrutamos de un encuentro muy productivo
y emotivo, que esperamos quede plasmado en este artículo. A continua-
ción, compartiremos fragmentos del texto Un día cualquiera y, luego, la
conversación.
UN DÍA CUALQUIERA
(FRAGMENTOS)2
Es lunes. Al despertar, todavía abrigada por la comodidad de mi cama,
empiezo a repasar los nombres y rostros de quienes vendrán a encontrar-
se conmigo hoy. ¡Si supieran lo mucho que me está costando levantarme!
Es injusto, no se lo merecen.
Evocar el primer nombre me hace sentir inquieta. Tras varios meses,
los cambios son discretos en él y creo que absolutamente nulos en esos
locos vínculos familiares. En lo único que se han puesto de acuerdo es
en que «traerlo a la psicóloga no sirve para nada». ¿Quién lo acompaña-
rá hoy? Le toca al padre, a la madre o vendrá con la abuela. No sé qué
es peor. Si solo pudiera saludarlos en la sala de espera y hacerlo pasar,
1 También conocida popularmente como ley de tenencia compartida.
2 Este texto fue elaborado por Gabriela Mayo a partir de situaciones clínicas ficcionales, que
se desarrollan en un contexto institucional y que involucran a infancias y adolescencias vícti-
mas de múltiples formas de violencia. Se modifican los datos de los pacientes involucrados a
los efectos de salvaguardar su identidad y preservar el anonimato.
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(2), julio-diciembre 2023, pp. 153-182.
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dejando puertas afuera los rencores, los reproches, las cosas asombrosas
que quieren que sepa semana tras semana, «¡A ver si hago algo de una
vez!». Pero es difícil, cualquier posición que tome genera molestia en ellos
e incomodidad en mí. Porque no me siento lo suficientemente segura, es
un campo minado, nunca se sabe cuál paso, en qué lugar, puede activar
una explosión. Últimamente, cada cosa que explota implosiona en mí,
me desborda de cuestionamientos y me deja varios días inmersa en sus
problemas, que se han vuelto míos, por la dificultad para abordarlos, por
la dificultad para discriminarme. Me siento cansada.
Llegaron. Respiro hondo. Y ahí vienen los pelotazos… «¿A ver qué
hacés con esto?», «Porque pasó esto y esto…», «Porque la maestra, por-
que la vecina…, porque la policía…», «Y la abogada que no hace nada, y
la jueza, ¡qué vergüenza!», «¿Y usted qué?». Lo curioso es que me tratan
de usted, como en señal de cierta cortesía. Curioso. Será pura ironía. Y así
estamos. Todos revueltos, bien entreverados. Y yo intentando asomar la
cabeza para reubicarme y ubicar mi rol y recordar quién es el paciente
y, entonces, delimitar lo que sí y lo que no. Pero el revuelto está empas-
tado, intento trepar la ensaladera, pero me siento resbalar y rolar hasta
el centro. Así estoy, como una verdurita más en esta ensalada revuelta,
chamuscada, empastada, donde ya no se discriminan bien los colores ni
las formas ni los sabores por la homogeneización del pegoteo. Siento que
me morfan.
Por fin adentro del consultorio. Vamos a nuestro juego, casi el único
al que hemos jugado. Al principio, lo constante eran las trampas. Como
si ese juego ya no tuviese suficientes vericuetos y arbitrariedades. Pero,
claro, no es suficiente, porque eso es parte de las reglas, no tiene gracia.
Entonces me hacés trampa: buscás engañarme. […] Siempre me dejás en
offside. Creo que afuera vos has estado siempre así, hasta que aprendiste
el juego y entonces entendiste que vos también podías mentir o bien decir
a cada quien lo que quiere escuchar. Y armar tu juego. Y, bueno, yo juego
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y me repito: «No es conmigo, no es a mí». No puedo creerme la trampa y
entonces enojarme y defenderme. Sin embargo, debo reconocer que me
molesta un montón sentir que tengo que estar atenta a las trampas tam-
bién aquí dentro. Me molesta, me incomoda, me cansa. Ya bastante que
afuera es un campo minado por tu madre, tu padre, tu abuela, la Justicia
y la varieté de abogados. Quisiera que fuera diferente acá, quisiera sentir
confianza en mí y en vos. Pero es cierto que, al menos al inicio, uno tiende
a reproducir más o menos las mismas cosas que afuera. ¿O no? «¿Qué
reproducís vos? ¿Qué será que reproduzco yo?». No es tu culpa que yo
esté harta de sentir que mi trabajo se ha judicializado. No es tu culpa que
yo me sienta tan controlada por instituciones que me miran desde todos
los ángulos, que escudriñan lo que hago y lo que no, lo que digo y lo que
no, que me presionan con plazos, informes, audiencias. Tampoco es culpa
de tu familia, no saben jugar a otra cosa. […]
«¿Por qué quiero tratar de entender quién hace más daño?, ¿para
proteger a quién? ¿Dónde será que terminan tus resistencias y empie-
zan las mías?». Intento tener presente lo que es mío. Para no hacerme
trampas al solitario. Porque me doy cuenta de que tengo encima, abajo
y en todos lados mis propias tensiones… Me topo conmigo misma y mis
inseguridades que me hacen zancadillas. Mis exigencias, mis miedos,
mis propias leyes, mis propias injusticias. Me avasalla el aburrimiento, la
frustración, la angustia. La angustia de ver vínculos rotos, crónicamen-
te rotos, crónicamente judicializados. […] Aún está la motivación de
intentar nuevas cosas. Aún, ante esta situación que es parecida a otras
pero que algo tiene de singular, en definitiva. Y sin embargo el miedo
de que se me escape esa singularidad. Miedo a que yo misma haga que
esa situación se parezca a todas. […] Es que noto que, cuando es una
tras otra tan igualita, es difícil acomodar el cuerpo y el ojo, para no ver
siempre lo mismo y no sentir más o menos lo mismo a cada rato. ¿Lo
que siento? El tironeo, ese nervioso estado de alerta, la certeza de tener
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que estar firme para aguantar los atropellos, que seguro aparecen en
algún momento, y encontrar un equilibrio. Y si no encuentro el equili-
brio, la necesidad de que no se note, al menos, el temblequeo. Todo mi
cuerpo ansioso.
Es lunes aún, a media mañana. Hay un ingreso. Es un nuevo paciente,
un nombre diferente en la numérica, en esa hojita sobre el escritorio
cuya silueta de números y letras se pronuncia como un augurio del día.
Significa que hoy voy a conocer a otra personita, su rostro, su mirada,
algo de su historia. «¿Y qué será que le pasa?». Nada bueno puede ser,
ya sé, pero me conformo con que no sea terrorífico. «¿A ninguno lo
traen porque tiene celos del hermanito? ¿No eran esos los conflictos de
la infancia?».
[…] Acá llegan los potentes, que escupen fuego en la sala de espera,
que te cachetean en la primera entrevista, que cagan arriba del escri-
torio. Acá llegan, arrastrándose como pueden, los derrotados. Los que
no tuvieron tiempo de celar al hermanito porque estaban teniendo que
acomodarse al manoseo o maquillándose para disimular los machuco-
nes en la escuela. Acá llegan los chiquititos, que cuando pueden empe-
zar a hablar, con su jerga, te dicen, como al pasar, que lo trajeron porque
el papá le hacía «pichí en la boca». Te dicen el horror, así de simple.
Acá llegan los vestigios de las violencias, con lo que pueden, con lo
que les han destruido y con las armas caseras que han podido, a veces,
fabricar. Me alegra ver armas caseras, algo creativo que haya sobrevivido.
Como ese brotecito que asoma en una grieta de cemento. Me gusta la
fabricación artesanal, puedo arrimar algún material. Alguna leña fina
para prender un fueguito que nos abrigue. Primero hay que apagar el
incendio, ¡sí! Eso es primero. Pero ya habrá tiempo para un fueguito que
nos abrigue y no nos queme.
«¿Habrá tiempo?». Ojalá sea el suficiente. Si no se logra apagar el in-
cendio, el tiempo pautado será insoportable, un infierno de nunca acabar.
160
[…] Algunas veces, las menos, el tiempo pierde protagonismo y podemos
sentir que lo que hubo valió la pena, que lo que hicimos fue y será im-
portante, para vos y para mí. Y no importa si para alguien más, porque
pudimos blindarnos, y entonces yo habré podido brindarte algo de lo que
mejor sé hacer y me gusta hacer. «¡Qué lindas esas veces! Las extraño».
Extraño cuando sentía que había elegido la profesión más linda y que lo
que hacía era valioso. No que era útil o necesario, sino valioso. Valioso era
otra cosa. Cuando podíamos jugar de verdad.
Hoy es lunes, de nuevo. Y hoy, de nuevo, la hojita de la numérica tiene
otras dos hojitas más, escondidas ahí abajo. […] La primera: un pedido
de informe. La segunda: una citación a audiencia. «En autos caratula-
dos… bla, bla, bla…, cúmpleme informar a usted…bla, bla». Sabremos
cumplir. Las malditas audiencias. Allí nos esperan esos lugares grises,
con olor a paredes viejas, infinidad de papeles, escasez de asientos, todo
previsto para asegurar el mal momento. Ustedes se juegan la dignidad
y la vida en esto, yo lo sé, la posibilidad de subsanar algún poquito del
daño insondable que les han hecho. Los inquietantes juicios. En general
me aseguran noches de insomnio, días de angustia, a veces semanas de
impotencia y también de persecuta. Porque hay que ponerle palabras
técnicas a todo lo que la bestia hizo y al efecto devastador que tuvo en
su víctima. Eso delante de la bestia, que ahora tiene rostro, un rostro
que intentaré olvidar rápido. Aunque quizás sea mejor recordarlo, por
las dudas. Me espera la evitación de ciertas calles, de ciertos espacios
públicos, el pensamiento de que saben dónde trabajo, en qué horarios
y todo eso. Pienso que exagero, que «Nunca pasa nada»; eso pienso des-
pués, en un intento de tranquilizarme.
Emerge un suspiro, te vuelvo a pensar. Me costaba mucho aceptar las
trampas acá adentro. Y por suerte fuiste aflojando. Tu propuesta era in-
ventar otras reglas, al principio las creabas de forma disruptiva, impre-
vista. Encima, tratabas de convencerme de que ya me lo habías dicho,
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pero que yo me había olvidado. Siempre intentando confundirme, siem-
pre tratando de que resbale. «¡Así no vale!». Tenemos que acordarlo pre-
viamente y la nueva regla empieza a regir a partir de la próxima partida.
Para tener las pruebas a mano empezamos a escribirlas en un papel y
así poder, ante la duda, chequear la información. El juego con nuestras
reglas fue volviéndose singular. También era singular tu forma de cortar.
Minuciosamente, ibas dividiendo el mazo en pequeños montoncitos, que
yo volvía a juntar. Lo desparramabas. Todos tus pedacitos sobre la mesa.
Pensé que era para despistarme otro poco. Ahora pienso que vos también
tenías miedo de que yo te hiciera trampa, y entonces no te bastaba cortar
el mazo en dos. […]
«Te entiendo. Hemos hablado de tu desconfianza». Es que sabías que
escribía algo en la historia clínica, que hablaba con tu madre y tu padre y
tu abuela cuando jodían para entrar al consultorio. Sabías que la jueza me
citó a declarar. Fui otra persona poco confiable en tu mundo, tenés razón.
Me lo dejaste bien claro cuando me preguntaste: «¿Los otros niños, cuan-
do vienen acá, te cuentan cosas?». Fue una genialidad. Un golpe durísi-
mo. Me dejaste abatida en el piso. Cuando me pude levantar te respondí
que sí. Que los niños que sienten que pueden confiar en mí me cuentan
cosas. Y que entendía que a vos se te hiciera difícil, por todo lo que ya
sabemos que ha pasado. Para mí también ha sido difícil, en serio. […] Me
volví un adulto más en tu mundo, igual a todos.
No hubo suficiente tiempo y, además, mi desgaste. Sé que merecías
más. Te pude decir, un día, que hay otras formas de relacionarse que no
tienen que ver con las trampas ni las mentiras ni las denuncias. Que se
puede confiar. Te quise decir que la psicoterapia no es esto, esto es lo que
pudimos, lo que pude y lo que no pude, pero esto no es todo. […] Me
regalaste un aliciente al final: ese collage repleto de alfombras, almohado-
nes, salvavidas, frutas y verduras frescas, las manos femeninas sirviendo
las frutillas. Te noté angustiado al final, y yo también lo estaba. Pero la
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despedida fue cálida, a pesar de todo. Nos pudimos decir que ojalá volva-
mos a vernos, y fue genuino.
Es lunes. Otra vez estas sensaciones raras, esta mezcla inexplicable de
inquietud, enojo, algo de miedo, incertidumbre, también el deseo y hasta
un poco de ilusión. No me entiendo. No sé por qué tanto. «¿Por qué tanto?
Si es un día cualquiera…».
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LA CONVERSACIÓN
maría de loS ánGeleS maSeda: Carina Bordes, muchas gracias por
aceptar nuestra invitación a conversar junto con Gabriela Mayo y
conmigo. En su relato —que opera como disparador de este inter-
cambio— Gabriela aborda, de manera vivencial, las complejidades de
la práctica clínica en contextos institucionales, donde quienes consul-
tan son víctimas de diferentes formas de abuso, maltrato y violencia.
Carina BordeS leone: Me encanta la invitación y, antes que nada,
quiero saludar y felicitar a Gabriela Mayo que, con este trabajo, ha sido
capaz de asir y plasmar en papel cosas que venimos sintiendo quienes es-
tamos trabajando desde hace mucho tiempo con estas temáticas. Lo que
ha escrito Gabriela, con una capacidad impresionante, es casi un poema y
recoge nuestros sentires, nuestras dificultades, nuestros deseos, nuestros
tropiezos y, en fin…
GaBriela mayo Bruzzone: Muchas gracias.
maSeda: Este tema es de gran complejidad y, al leer el texto de
Gabriela, pensábamos en las situaciones que se presentan en rela-
ción con los desafíos de la clínica actual. ¿Qué nos podés decir al
respecto?
BordeS leone: Gabriela trae una clínica particular, desde un lugar
particular, que es desde un prestador de servicios de salud para brindar
asistencia a niñas, niños y adolescentes en situación de violencia basada
en género y generaciones. Esta temática, por suerte, se ha empezado a
trabajar mucho más y, también, se ha empezado a dar respuesta desde
los distintos ámbitos. La lucha contra la violencia basada en género es
164
un compromiso de Estado, al generar políticas públicas en las que queda
enmarcado el trabajo en las mutualistas y de la Administración de los
Servicios de Salud del Estado (aSSe). Como prestadores de salud, todas las
instituciones de salud —tanto públicas como privadas— tendrían que dar
respuesta a esta temática específica, que es la violencia basada en género
y generaciones, con una asistencia especializada.
Entonces esta clínica, en particular, lo que pone sobre el tapete es la
necesidad de la especialización. Y lo vemos con otras temáticas, como
las adicciones, donde también tenemos que dar una respuesta específi-
ca y especializada. La violencia basada en género y generacional contra
niños, niñas y adolescentes requiere de una formación especial y de un
abordaje particular. Nos interpela y nos exige una intervención diferente,
y Gabriela lo plantea en su texto: «se judicializa mi trabajo». Yo, en toda
mi carrera, en toda mi formación, en todos los grupos de estudio, nunca
en la vida me imaginé que iba a terminar en una audiencia.
maSeda: No estamos preparados para eso.
BordeS leone: No estamos preparados, pero debemos estar prepa-
rados, por lo que se requiere de una capacitación específica. En un tra-
bajo que escribí para una jornada en audepp,3 así como en otro escri-
to junto con Gabriela Gioscia,4 empezábamos hablando del Código de
la Niñez y la Adolescencia, y en un momento nos miramos y decimos:
3 El texto El mundo patas para arriba es un trabajo de Carina Bordes Leone, que presentó en la
jornada de audepp No es fácil ser niñ@ en pandemia. Desafíos a los mal-estares: subjetividades en
construcción, en 2020.
4 El texto El padre abusador: el oxímoron que legitima el incesto es un trabajo de Carina Bordes
Leone y Gabriela Gioscia Torres, que presentaron en el Foro de Psicoanálisis de 2018 en
Buenos Aires. Recientemente integró la compilación de Irene Fridman Trabajando en violen-
cia de género: Obstáculos y desafíos, publicado por Lugar Editorial en 2023.
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«¿Nosotras somos psicólogas y estamos hablando del Código de la Niñez
y la Adolescencia, de los tratados internacionales? ¿Qué tiene que ver
con nuestro trabajo?». Tiene muchísimo que ver a la hora de intervenir, a
la hora de hacer un informe, a la hora de dimensionar el concepto que te-
nemos de infancia. Siempre pongo el ejemplo, que me estruja el corazón,
de cómo aprendí a hacer un informe: «Motivo de consulta… Descripción
de la niña: La niña encantadora, seductora…», ¿seductora? Nunca más
en la vida aparece la palabra seductora en un informe. Y, sin embargo,
para mí esa niña era seductora, pero me pregunto: «¿Qué estoy diciendo?
¿Quién me va a leer?».
maSeda: O ¿cómo se puede llegar a interpretar esto que planteás?
BordeS leone: Tenemos que tener esa formación específica de lo que
son los derechos de niños y niñas, de las diferencias entre concepciones:
un niño o niña como objeto de tutela o un niño o niña como sujeto de
derechos. Uno podría decir: «¿Ese cambio qué tiene que ver con nuestra
práctica?». Tiene mucho que ver. Todo esto atraviesa nuestra clínica y
nos deja pisando más en falso que en seguro.
mayo Bruzzone: Son paradigmas que entran en contradicción. Hay
cosas que uno haría en un contexto psicoterapéutico propiamente clí-
nico —por decirlo así— y otras que, pensadas en un contexto donde
se trabaja en el cruce de varias instituciones, donde hay múltiples de-
mandas y protocolos, son abordadas de manera diferente. Entonces,
es un ejercicio de flexibilidad, que nos demanda permanentemente y
que, obviamente, complejiza muchísimo las intervenciones. Nos des-
gastamos mucho y esto se vuelve parte de cómo se desarrollan las
intervenciones en estos espacios.
166
maSeda: ¿Cómo se maneja el desgaste?
mayo Bruzzone: Creo que hacen falta espacios de intercambio
para poder elaborar todas estas ansiedades, para pensar con otros.
Justamente, estas instancias no están del todo valoradas o previstas
en las dinámicas institucionales y muchas veces hay que estar ha-
ciéndoles un lugar a la fuerza o buscándolas por afuera. En las institu-
ciones no se tiene en cuenta todo lo que esto genera y cómo incide;
no solo en las vivencias personales de los profesionales, sino en las
intervenciones específicas que realizamos y en cómo, de algún modo,
las propias instituciones también se ven afectadas con todo esto.
BordeS leone: En general, no se visualiza la dimensión de las proble-
máticas con las que estamos trabajando. Primero que nada, somos muy
mal pagos; eso hace no solamente al desgaste, sino al no reconocimiento
de la tarea. Las instituciones, muchas veces, son como una máquina de
picar técnicas y técnicos, que son renovados constantemente. La gente
que entra a trabajar en esta temática tiene una vocación, un interés en
particular, y eso no se valora, parece que no importara.
Además, es fundamental atender al desgaste. ¿Y cómo lo vamos ha-
ciendo? De forma artesanal: con las supervisiones, con las reuniones de
equipo, que algunas instituciones todavía no plantean. En otras, gracias
a los reclamos de las técnicas y técnicos, se han generado espacios de
reuniones semanales de equipo. Por ejemplo, en Inmujeres5 —donde tra-
bajo como supervisora de los equipos de violencia—, por el año 2007 te
5 El Instituto Nacional de las Mujeres pertenece al mides, organismo rector de las políticas
públicas de género en Uruguay. Sus cometidos principales son velar, garantizar y reconocer
la igualdad de derechos de las mujeres, promoviendo una cultura de respeto que permita el
ejercicio de los derechos humanos. Además, aspira a erradicar las prácticas hegemónicas
machistas, profundizando una calidad democrática de respeto y diálogo.
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contrataban por equis cantidad de horas de atención para ser parte de
esos equipos y chau. Ahí se terminaba, y te quedabas cargando con todo
en el cuerpo, sin un espacio para pensar. Después se fueron modifican-
do los llamados y se incorporó una reunión de equipo semanal. En esas
reuniones se trabajan las situaciones que atiende el equipo y se trabajan
los temas referentes al funcionamiento del equipo en sí, al impacto que
tienen las cosas, es decir, es un espacio que aporta a prevenir el burnout.6
maSeda: ¿Quiénes participan de esa reunión de equipo?
BordeS leone: El equipo que trabaja y atiende a las mujeres en situa-
ción de violencia.
maSeda: En este equipo, ¿participan profesionales de diferentes
disciplinas?
BordeS leone: Los equipos de atención7 a mujeres, niñas, niños y ado-
lescentes en situación de violencia basada en género están integrados
por profesionales de diferentes disciplinas y brindan asistencia gratuita
para las mujeres que consultan. Eso también da cuenta de la complejidad
y la particularidad que tiene esta temática, de la violencia de género, para
la cual los equipos están integrados por una psicóloga, una trabajadora
social, una abogada y por otros dispositivos que realizan tareas de sensi-
bilización y difusión.
6 El síndrome del quemado hace referencia a la afectación del técnico a causa de la sobreexi-
gencia por estrés laboral crónico. Enfermar es el efecto traumático del trabajo profesional
con víctimas de violencia, entre otras problemáticas.
7 Hay servicios de atención especializados tanto en el ámbito público (Inmujeres, del mides,
Comuna Mujer, de la Intendencia de Montevideo, y asse) como en el privado (mutualistas,
organizaciones de sociedad civil).
168
En los servicios de atención a mujeres en situación de violencia
basada en género en Inmujeres8 tanto como en Comuna Mujer,9 de la
Intendencia de Montevideo, hay una reunión semanal de equipo que im-
plica no solamente la discusión de la temática, sino también del cuidado
del equipo. En el Instituto Mujer y Sociedad10 —la onG que integro— te-
nemos una reunión de equipo semanal donde trabajamos las situaciones
que van llegando a la institución. Realizamos supervisión de casos, dis-
cutimos materiales teóricos, escribimos para jornadas y congresos, ge-
neramos espacios de formación con colegas de Argentina… Todo esto
es parte del trabajo, de la formación y del cuidado del equipo. Esto de
que somos cuidadores, pero ¿quién cuida al que cuida? «El cuidado del
cuidador» es una frasecita muy linda, pero pocas veces ejecutada. Y, en la
realidad, hay situaciones en las que, lamentablemente, por más dispositi-
vos que tengas, hay gente que se quema, se lastima y queda inhabilitada
emocionalmente. Se retira de la profesión.
mayo Bruzzone: Y de la peor manera y, en general, muy injusta. Pienso
en el desgaste específico que se produce por el efecto de ser testigo
8 Inmujeres brinda servicios de atención a mujeres mayores de 18 años en situación de violen-
cia basada en género ejercida por su pareja o expareja. Está gestionado por una organización
de la sociedad civil adjudicada por licitación pública. Hay, por lo menos, un servicio en cada
departamento, conformado por psicólogos, trabajadores sociales y abogados.
9 Es parte de la Intendencia de Montevideo: División de Asesoría para la Igualdad de Género.
Desde 1996 brinda asistencia jurídico y psicosocial en todo Montevideo, en todos los barrios.
Está gestionado por organizaciones de la sociedad civil, adjudicados por licitación pública.
Actualmente, hay, además, dos servicios de atención a niñas, niños y adolescentes que residan
en Montevideo y estén en situación de violencia. Se les brinda atención psicosocial y jurídica
gratuita.
10 Esta institución es gestionada por una organización de la sociedad civil fundada en 1984, que
brinda asistencia jurídica y psicosocial a mujeres, niñas, niños y adolescentes en situación
de violencia basada en género, con perspectiva de género y de derechos humanos. También
ofrece cursos y seminarios, y es un espacio de supervisión de casos.
Espacios terapéuticos conmovidos por la violencia.
Conversación con Carina Bordes Leone
María de los Ángeles Maseda y Gabriela Mayo Bruzzone
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ISSN: 2730-4833 (papel), 2730-4957 (en línea). DOI: doi.org/10.53693/ERPPA/4.2.9
en una doble dimensión. Por un lado, estar escuchando una y otra vez
estos relatos que tienen que ver con los aspectos más violentos, más
crueles, más siniestros de la cultura; y a un ritmo en el que, cuando
trabajamos a nivel institucional, a veces, no hay pausa. Y, además, el
efecto que se produce por tener que ir a testificar a los lugares que
están vinculados a los procesos judiciales. Prestar declaración en las
audiencias, donde hay otros actores en juego, donde muchas veces
estamos frente a frente con esas personas que supimos que fueron
capaces de hacer tanto daño. Entonces, las personas que trabajamos
en esto y quienes supervisan equipos planteamos que el sufrimiento
que se produce es bien específico y que solamente es comparable, en
muchos casos, al de las personas que trabajan con aquellos que han
sido torturados. Es quizás de lo más dramático a lo que podemos es-
tar expuestos los profesionales. Trabajamos con los efectos del arra-
samiento psíquico e, incluso, vemos niveles de daño corporal que son
muy impactantes.
BordeS leone: El concepto del burnout refiere al sufrimiento que po-
demos padecer quienes estamos trabajando en estas situaciones tan ex-
tremas, al tener que procesar esa información, y el impacto que tiene en
nuestro psiquismo. A esto se le suma, como vos decís, el tener que ir a
una audiencia y poder transmitir, de alguna forma, lo que ese niño o niña
está viviendo, para que se puedan tomar medidas de protección. Cuando
vamos a esos lugares, la mayoría de las veces, somos colocadas en el ban-
quillo de los acusados y se nos pregunta: «A ver, ¿y usted qué formación
tiene?», «¿Y por qué usted piensa eso del padre? Y el padre no sé qué…,
pero la madre…». Está bien que se nos pregunte, está bien que se nos
consulte, está bien que requieran de nuestras palabras, de dar cuenta del
trabajo con ese niño o niña en particular, y que, en definitiva, nuestro tra-
bajo le aporte al juez. Pero, en realidad, se nos sienta en el banquillo del
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acusado y somos cuestionadas como profesionales a la hora de enunciar.
Esto también les sucede a quienes están viviendo esas situaciones.
Es importante trabajar la diferencia entre enunciar y denunciar. Porque
denunciar significa expresar que ese niño o niña está viviendo una situa-
ción horrible con su padre, es decir, no es cualquier situación horrible. Y
enunciar lo que le pasa significa una tensión y un esfuerzo psíquico inima-
ginable. Toda enunciación implica una denuncia, pero en esta temática la
palabra denuncia se vincula con otra cosa, se está incorporando a otros
poderes: al Poder Judicial, que es un poder que tiene unas reglas y nor-
mas que están organizadas desde una concepción patriarcal.
Entonces, en esto de traer la palabra de los niños y niñas, ¿cómo vamos
nosotras a esa audiencia? Lo que tenemos que hacer es convertir el lengua-
je lúdico o gráfico del niño, desarrollado en un ámbito psicoterapéutico,
en lenguaje jurídico. Yo tuve una situación de un niño que hizo un dibujo y
cuando lo terminó quedé pasmada. No necesitaba más palabras que lo que
estaba allí. Se lo hubiera llevado al juez y dicho: «Mire, señor, acá está». Y
¿qué me iba a decir el juez?: «¡Ah!, ¡qué lindo!» o «No me gusta ese color».
En realidad, yo tengo que transmitir eso que estoy trabajando con cada
niño de una forma que se pueda comprender por un juez, así como por
un abogado, porque el que me está escuchando es un jurídico. Y ahí entra
en juego la especialización de cada uno y el arte de trabajar con aboga-
dos, porque, por ejemplo: «Informe. Motivo de la consulta. Descripción del
niño. Técnicas aplicadas: Se le aplicó el Cat, el Htp…». ¿Qué le importan
al juez las técnicas aplicadas? Nada de eso. La abogada lee y dice: «¿Qué
es esto? ¡Esto no lo entiendo!». En cambio, yo lo presento en la facultad y
salvo con sobresaliente; en el juzgado no sirve de nada.
Tenemos que cambiar nuestros propios paradigmas de mucho de lo
que aprendimos y, del mismo modo, de lo mucho que aprendimos desde
el psicoanálisis. Pero a la hora de informar, también tenemos que infor-
marle a un juez, para lo que tampoco nos hemos formado. Nosotras lo
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Conversación con Carina Bordes Leone
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hemos hecho trabajando en conjunto con abogadas y abogados que se
preguntan y nos preguntan: «¿Qué le pasa a este niño?». Y no es una
abogada cualquiera, es una abogada que también tiene una capacitación
y una sensibilidad particular en la temática de violencia contra las infan-
cias. Hacer esa conversión es también parte de una clínica específica en
el trabajo de la violencia, que nos lleva a esto de tener que hacer un in-
forme para el juez. Se trabaja ese informe, no solo desde lo técnico, para
que aporte a la comprensión de la situación particular.
mayo Bruzzone: Volviendo al burnout, creo que somos la segunda par-
te más vulnerable. Están las víctimas y después estamos nosotros, los
profesionales que trabajamos con ellas, en todo este sistema. Escribir,
para mí, fue una forma de tratar de elaborar, de metaforizar, estas
experiencias.
BordeS leone: Esto nos ayuda a prevenir el burnout, a protegernos de
este síndrome. Escribir, participar de congresos…; el texto de Gabriela es
una forma muy creativa de prevenirlo. Nosotras siempre decimos: «A ver
en audepp, ¿qué congreso tienen? Uno en Perú. Bueno, ¡vamos! ¿Pero nos
interesa el título? Yo qué sé, vamos a Perú y vamos para allá». Y esto de
poder encontrarnos con personas que están en la misma también forma
parte del cuidado.
En la presentación que hizo Gabriela donde compartió su texto Un
día cualquiera, en las Jornadas Internacionales en Buenos Aires en 2022,11
había unas chiquilinas estudiantes, de último grado, y quedaron agrade-
cidas con el trabajo por lo particular de estar escrito en primera persona.
Eso era algo que quería destacar también. «Yo», «A mí me pasa», «Yo
11 Las jornadas estuvieron organizadas por el Foro de Psicoanálisis y Género, presidido por la
Dra. Irene Meler.
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María de los Ángeles Maseda y Gabriela Mayo Bruzzone
tengo que pensar», «Yo estoy ahí», compartir desde ese lugar. Siempre las
psicólogas, psicológos y psicoanalistas tenemos ese prurito de que yo y mi
terapia, como que lo podemos controlar todo. Y el hablar en primera per-
sona, desde ese lugar, mostrarse en confianza, es un trabajo invaluable.
Y volvemos a lo que hace a esta clínica en particular, que no es de in-
capacidad de espera o sobre padres muy preocupados, sino sobre padres
que ejercen violencia contra esos niños, niñas y adolescentes y que ejercen
violencia contra sus madres; y que esa violencia, a su vez, está legitimada
desde nuestra sociedad. Eso, a lo que Gabriela se refería como los aspectos
más siniestros de nuestra sociedad legitima esa violencia. El otro día, la
abogada de una niña que no quiere ver al padre le pregunta por qué: «¿Es
porque te pega? —y agrega—: Mirá que a mí me pegaron, y no por eso dejé
de ver a mi padre». Y esa es la abogada defensora de la niña.
No solamente necesitamos formarnos nosotras, las psicólogas, sino
también las abogadas, sobre todo las abogadas defensoras que deben
entender la situación en la que están sus defendidos y defendidas. Esa
misma niña fue a su prestador de salud, al comité de recepción, y la psi-
quiatra citó a la niña, a la madre y al padre en conjunto. La nena estaba
sin ver al padre desde hacía un tiempo —después de una denuncia por
violencia doméstica, donde se suspendieron las visitas— y la psiquiatra
citó a todos juntos y dijo: «Ah pero esta niña está muy caprichosa». El
informe de la psiquiatra fue: «Niña caprichosa», porque se puso a llorar
porque no quería estar con el papá. ¿Alguien se pregunta cómo es ese
papá? Es la pregunta que, generalmente, no se hace el Poder Judicial, no
se considera el motivo por el cual se está dando esa situación.
Entonces, esta es una clínica particular en donde nos interpela tam-
bién a nosotras el lugar del padre. Cuando estamos trabajando con situa-
ciones de maltrato y violencia hay un padre que está abusando de su po-
der. Esto afecta negativamente el desarrollo del niño, niña y adolescentes,
los invalida, los daña.
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Hay otras situaciones más graves donde el abuso de poder es abuso
sexual. En ese momento, ese padre cae del lugar de padre, no es más pa-
dre. Sin embargo, hemos tenido situaciones como que una jueza determi-
nara que cierto caso era abuso sexual sobre un niño pequeño, mandara
preso al padre, pero le fijara al niño visitas en la cárcel con su abusador.
Es enloquecedor por donde lo mires. La jueza no puede sostener que ese
padre no es un buen padre para ese hijo, que cayó del lugar de padre. Con
esas situaciones estamos trabajando a diario y esas son las cuestiones
que nos interpelan.
Ahora hay un término que está circulando: violencia vicaria, que es la
violencia que los padres ejercen contra los hijos para lastimar a las ma-
dres. Entonces, esos hijos siguen siendo objeto de dominio de ese padre
y recae sobre ellos la violencia para lastimar a las madres. Son esas situa-
ciones las que tenemos en el consultorio, en el hall de espera, en donde
«Dígame, doctora, dígame, y mire lo que hizo ella» y en realidad nosotras,
que somos la psicóloga de ese niño, estamos pensando desde el niño. Y
la madre y el padre y el juicio y la audiencia y el informe, esas situaciones
de tensión, nos sacan de nuestro lugar. E insisto, no es por preocupación
por el niño, sino todo lo contrario. Esas tensiones que vivimos son porque
ese niño está sacado de su lugar de hijo y ese drama es lo que describe
Gabriela en su escrito.
mayo Bruzzone: Cuando hay una preocupación genuina por el niño,
en situaciones menos graves por supuesto, estas cosas se pueden
trabajar. De hecho, se trabajan de forma permanente, no siempre
que hay una situación de violencia hay exclusión del papá violento o
eventualmente de la mamá. En general, se trata de abordar cuando
eso es posible y cuando hay una demanda de modificar el vínculo
o cuando hay un reconocimiento de ese niño como sujeto que está
sufriendo, que la está pasando mal, que está teniendo afectaciones en
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Conversación con Carina Bordes Leone
María de los Ángeles Maseda y Gabriela Mayo Bruzzone
su desarrollo. Por supuesto que ahí tenemos mucho material y mu-
chas cosas para hacer.
En estas otras situaciones, a las que nos estamos refiriendo ahora, y
por lo menos en mi experiencia, lo que se observa es más que nada
una presencia en el espacio terapeútico, pero desde el control. La
preocupación no está centrada en el sufrimiento del niño, sino, por
ejemplo, en qué resultados judiciales habrán a partir de la interven-
ción terapéutica, como parte de todo un complejo sistema del cual
va a surgir una resolución. Es importante hacer esa diferencia. En lo
personal y, sobre todo, en estas situaciones que son las que más des-
gastan, lo que observo es la presencia. En muchos casos, las madres,
padres u otros familiares plantean la demanda hacia la psicóloga o
hacia el espacio terapéutico: «Yo quiero ver lo que vos vas a hacer
o decir, y si eso me va a servir o perjudicar de algún modo». No es-
tán enfocados en el niño, y ahí es donde se complejiza muchísimo.
Obviamente, el paciente es el niño, pero con todo esto invadiendo
de forma permanente, es una intromisión que hace muy difícil poder
hacer una pausa, situarse y pensar con claridad.
BordeS leone: ¡Cómo me gustaría poder cerrar la puerta!
mayo Bruzzone: Igual se te meten por la ventana. Los escuchás pe-
leando en la sala de espera. [Risas]
BordeS leone: Y entre todo esto, seguramente el pedido de un infor-
me. «¿Y qué vas a informar?». Me acuerdo de una audiencia en la que el
abogado defensor, de un padre abusador sexual, dice: «Doctora: ¿usted
sabe que por su informe los niños no pueden ver al padre?». Lo miro, yo
solo pensaba en mi paciente niña, y le digo: «Disculpe, doctor, no dejaron
de ver al padre por el informe que yo hice, sino por lo que él hizo». Y, yo,
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por supuesto, en el banquillo de los acusados porque hice el informe y
por mi culpa era… No, no, pará: mi culpa no. La culpa del señor que hizo
lo que hizo. Todas esas situaciones nos generan tensión e invaden el es-
pacio terapéutico, que es chiquito (una hora a la semana) comparado con
todo eso. En esta clínica particular, nos tenemos que parar de una forma
diferente para poder generar en el niño un espacio, aunque sea de media
hora (porque la sesión no dura más que eso), en donde el chiquilín pueda
estar por fuera de esas tensiones.
Tener que testificar también invade el espacio terapéutico, porque,
cuando nos piden un informe y tenemos la posibilidad, vemos ese infor-
me con el chiquilín. También me pasó con una audiencia: yo había traba-
jado previamente con mi paciente de 6 años respecto al levantamiento
del secreto profesional, pero el juez le dice a la madre y al padre abusa-
dor: «A ver, señora, ¿levanta a la psicóloga del secreto profesional?»; la
madre le contesta: «Sí», el padre: «Sí»; y yo le digo al juez: «Señor, yo le
quiero decir que a mí la única persona que me puede levantar el secreto
profesional es mi paciente, que ya me lo levantó y por eso estoy acá y
voy a hablar de todo lo que ella me habilita a que yo transmita». El juez:
«Bueno, pero es un formalismo que tiene que aparecer». Entonces le dice
a la receptora (que es quien va escribiendo lo que se va hablando en la
audiencia): «Sí, los padres levantaron el secreto profesional. —Y conti-
núa—: Bueno, dígame, doctora…». «No, doctora no, psicóloga». «Bueno,
psicóloga, dígame…». Entonces le digo: «Como mi paciente me levantó
del secreto profesional…». Estas son pequeñas batallas que damos tam-
bién. Tenemos en nuestras cabezas al niño, la niña que está en esta situa-
ción, abusada por su padre; tenemos que poder darle un lugar de sujeto,
aunque sea cinco minutos. Esta clínica, donde hay violencia ejercida por
el padre contra estos niños directamente o contra a la madre a través de
los niños, nos lleva a reformular una cantidad de conceptos que tenemos.
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Conversación con Carina Bordes Leone
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mayo Bruzzone: Otra de las cosas que yo me pregunto, y que me inte-
resa problematizar, es cómo la legislación vigente incide en nuestras
prácticas; sobre todo pensando en la Ley de Corresponsabilidad en la
Crianza, que fue recientemente aprobada, y el impacto que esta pue-
de llegar a tener en los niños, niñas y adolescentes que son víctimas
de violencia basada en género y generaciones.
BordeS leone: La verdad es que lo hemos vivido como un retroceso
muy importante en los derechos humanos que veníamos garantizando
a los niños, niñas y adolescentes. Para entender esta ley, recientemente
aprobada, la enmarcamos en el proceso que se llama backlash. Se entien-
de el backlash como la respuesta negativa de la sociedad a un avance en
derechos de niños, niñas y adolescentes. Esto que decíamos al principio:
yo soy psicóloga, ¿por qué tengo que saber de leyes, de acuerdos inter-
nacionales o procedimientos legales?; yo estoy trabajando en la clínica,
no tengo por qué saberlo. Bueno, la práctica nos ha mostrado que eso
debería estar incorporado en nuestra formación: los convenios interna-
cionales, las concepciones de infancia, lo que son los derechos humanos
de niños, niñas y adolescentes. En el 2004, nuestro país empieza a legislar
sobre los derechos de las infancias con una concepción de niños, niñas y
adolescentes como sujetos de derecho… ¡2004! Si nos ponemos a hacer
un poquito de historia, las mujeres en 1940 no podían votar, no tenían de-
recho a la patria potestad, no tenían derecho a administrar sus bienes…
¡1940! En 1946 se aprueba la Ley de Derechos Civiles de la Mujer.12
12 La Ley 10783 consagra la igualdad de derechos civiles entre el hombre y la mujer. La mujer
podrá administrar sus bienes, comprar y vender por sí misma, compartir la administración y
la división de la sociedad conyugal y el ejercicio de la patria potestad de sus hijos menores de
edad, aunque se divorcie y se case con otro hombre.
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En 2004, entonces, se incorpora al niño en la legislación como un su-
jeto de derechos.13 Antes se lo concebía como un objeto a tutelar, aunque,
en realidad, ese es el paradigma con el que se sigue pensando y con el
que el Poder Judicial se maneja en muchas situaciones.
Entonces, la Ley 20141 de Corresponsabilidad en la Crianza viene
como respuesta a la Ley 19580 de Violencia hacia las Mujeres Basada en
Género, en donde no solamente las mujeres, las niñas (sobre todo) y los
niños encontraban un sistema de protección, sino, además, un sistema
que tenía una mirada integral. La concepción es integral cuando una niña
está diciendo algo importante, como en el caso anterior de la niña abusa-
da por su padre, algo grave está pasando. La nueva ley se opone al avance
logrado anteriormente de tomar la palabra de los niños, niñas y mujeres,
de tenerla en cuenta y preguntarse qué pasa. Esta ley nos hace retroceder
y debilita los cambios que han permitido que se den estas revelaciones,
que dan cuenta de la violencia de los padres hacia los niños y niñas.
La Ley de Corresponsabilidad de Crianza está escrita por parlamen-
tarios, no por académicos, y lo peor han sido las argumentaciones dadas
en el parlamento durante las votaciones por los distintos representantes
políticos. La verdad es que son irrepetibles. Uno de los argumentos, acer-
ca de la necesidad de esta ley, era el de acotar las «falsas denuncias».
Puede que se genere un aumento de las denuncias de las mujeres porque
13 La entrada en vigor de la Convención de los Derechos del Niño ha provocado transforma-
ciones trascendentales en la forma de entender la infancia y la adolescencia. Esta produjo un
cambio en el paradigma, que significó pasar de la doctrina de la Situación Irregular o Protec-
ción Tutelar, que concibe al niño como un objeto de protección del Estado y de la sociedad
en general, a la doctrina de la Protección Integral del Niño, que reconoce a los niños, niñas y
adolescentes como sujetos de derecho y personas en desarrollo. Recientemente los Estados
iniciaron un proceso de adecuación de su legislación a la luz de la doctrina de la Protección
Integral y dejaron atrás la concepción de que el «menor» es un simple destinatario de acciones
sociales, un mero objeto de sus padres y del Estado, y un sujeto pasivo de medidas de protec-
ción (tomado de Las implicancias de considerar al niño sujeto de derechos, de Maricruz Gómez de
la Torre Vargas, 2018).
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Conversación con Carina Bordes Leone
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hay más sensibilización, hay más servicios que las puedan respaldar y
acompañar de forma integral, ya que no solo es ir a hacer la denuncia
a la Policía, existe un acompañamiento por una abogada especializada
y hay un lugar de contención psicosocial en donde puedan ir siguiendo
todo ese proceso. Como se denuncia más y, de alguna manera, se revelan
todas estas situaciones que antes estaban bajo la alfombra, se argumenta
que se necesita una ley para acotar las «denuncias falsas». En realidad, no
hay ninguna estadística que dé cuenta de eso, no hay ningún estudio serio
que dé cuenta de que hay más denuncias falsas que en otras áreas. Y hay
denuncias falsas, como hay denuncias falsas de robo o de todo lo que se
denuncie. Siempre hay denuncias falsas en todos los ámbitos, no es algo
particular de las denuncias de violencia basada en género.
El tema es que, últimamente, mujeres, niñas y niños se han animado a
enunciar y, en algunos casos, a denunciar, y han comenzado a ser denun-
ciados padres profesionales, respetables, con recursos económicos. Estos
sectores con poder se han organizado y, en este movimiento contrario a
los avances en derechos, se ha redactado esta ley, que hace muchos años
que estaba en la vuelta. En un inicio, estaba encabezada por el supuesto
síndrome de alienación parental,14 que acusa a las mujeres de toda la mal-
dad del mundo. Se las acusa de ser ellas las que les metían en la cabeza a
sus hijos e hijas la idea de haber sido abusados por sus padres. Después,
el supuesto síndrome de alienación parental, propiamente dicho, perdió
un poco de respaldo, ya que se reconoció que la sociedad científica no lo
avala. Pero, al igual que el ave fénix, resurge con otros nombres, con otras
14 El síndrome de alienación parental es un constructo pseudocientífico, un síndrome infundado,
carente de rigor científico; su uso está prohibido en muchos estados de Estados Unidos. Afir-
ma que los hijos e hijas han sufrido un lavado de cerebro por uno de los progenitores —ge-
neralmente, la madre— para que los hijos odien al otro —generalmente, al padre—. Quienes
adhieren a esta formulación consideran falsos los testimonios de las madres e hijos y no dan
lugar a que puedan existir causas válidas que justifiquen el rechazo a ese padre.
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formas. Es increíble, pero, en su formulación, son los abogados quienes lo
diagnostican. Una jueza del Tribunal de Apelaciones tiene escrito un ar-
tículo en la Revista de la Facultad de Derecho [de la Udelar] y otro artículo
en la Revista de Derecho de la Universidad de Montevideo,15 donde avala
y adhiere a este supuesto síndrome, pese a las recomendaciones desde
el ámbito psi, y sobre cuya real existencia no está de acuerdo la comuni-
dad médico-científica. Sonia Vaccaro, psicóloga argentina, ha escrito un
libro16 donde da cuenta de las atrocidades de sus presupuestos teóricos y
del origen de este supuesto síndrome. Las situaciones que viven los niños
son inenarrables, y, cuando entran en el ámbito judicial, también viven si-
tuaciones que son inenarrables porque se les pasa por arriba… Entonces
esta nueva ley viene a proteger, de vuelta, a los que tienen poder.
mayo Bruzzone: Se plantea que es una ley adultocéntrica y algunos de
los fundamentos para pensarla de esa manera tienen que ver con es-
tos tiempos en los que los padres denunciados han quedado sin ver a
los niños. Respecto a eso, lo que tendría que revisarse son los tiempos
de las evaluaciones judiciales y de todos esos procesos, porque sí: a
veces, se demora muchísimo en comprender las situaciones, en valo-
rarlas, en hacer resoluciones que puedan llegar a ser más adecuadas;
pero lo que se plantea en la nueva ley no garantiza la protección del
niño. Un niño que denuncia abuso o una situación de violencia grave
puede quedar expuesto a las visitas o a la convivencia de forma con-
tinua con el abusador, mientras se evalúa el riesgo o la veracidad de
15 El artículo, escrito por W. Howard Alanis, se titula El síndrome de alienación parental y fue publi-
cado en 2014 en la Revista de Derecho (http://revistas.um.edu.uy/index.php/revistaderecho/
article/view/540).
16 El libro fue escrito por Sonia Vaccaro y Consuelo Barea, y publicado en 2009 por la editorial
Desclée de Brouwer. Se titula El pretendido Síndrome de Alienación Parental: un instrumento que
perpetúa el maltrato y la violencia.
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esa denuncia. Y, a su vez, si la mamá intenta limitar las visitas habría
una consecuencia, en ese sentido, más radical si se interpretara como
un incumplimiento del régimen que se haya dispuesto por la autori-
dad competente. Cabe aclarar que en las situaciones que trabajamos
actualmente, muchísimas veces, los regímenes de visita no se cum-
plen o se sostienen por la insistencia y la flexibilidad de la madre, que
busca por todos los medios sostener el vínculo afectivo entre el hijo
y el progenitor. Tampoco se cumple con las pensiones alimenticias y
el perjuicio recae sobre el niño y su madre la mayoría de las veces. Es
muy delicado.
En mi experiencia clínica, esta ley ya se ha metido en la consulta.
Es algo que traen y mencionan. En general, los papás lo mencionan
como un logro. En cambio, las mamás lo hacen desde el lugar del
miedo respecto a lo que pudiera pasar. Es un tema que está muy
presente también en los asesoramientos que realizan los abogados.
Entonces, es algo que atraviesa nuestras intervenciones.
BordeS leone: Las leyes, en general, tienen como objetivo ordenar,
pautar lo que sí y lo que no. Esta ley está siendo usada como un elemento
más de manipulación y dominio de un cierto sector de padres con poder,
que han comenzado a crear grupos y que se oponen a los cambios que
en estos últimos años se han logrado en materia de derechos humanos de
mujeres, niñas, niños y adolescentes.
El supuesto síndrome de alienación parental surge en 1983 en Estados
Unidos, en una época en que empieza a haber denuncias en contra de pa-
dres de cuello blanco y maletín: doctores, señores, políticos. Hasta enton-
ces se consideraba que los abusos eran algo que ocurría en los hogares
pobres, que era la pobreza la que llevaba a que los padres abusaran o vio-
lentaran a las mujeres y que era porque todos dormían en la misma habi-
tación. El tema del abuso y la violencia se manejó en sectores económica
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y socioculturalmente deprimidos, se intervenía y se censuraba al adulto
con el rigor de la ley. Cuando empezó a haber denuncias de estos señores
de cuello blanco, aparecieron también «expertos» para defender a estos
padres, que alegaron que eran denuncias falsas; con el objetivo de respal-
dar estas acciones es que surge el síndrome de alienación parental. A esto
se le agregan los fundamentos teóricos que tiene ese supuesto síndrome,
como, por ejemplo: «Todos somos un poco pedófilos», «Es mejor que los
padres inicien sexualmente a sus hijas porque lo hacen con mucho más
cariño que…» y «Cuanto antes se inicie la práctica sexual, más rápido
va a incorporarse a la máquina de reproducción, más y mejor será su
rendimiento». Es una atrocidad. Según este supuesto síndrome, si el niño
no quiere ver más al padre, para solucionar esa situación se debe aplicar
la terapia de amenaza; se le dice: «Si vos no vas con tu papá, entonces tu
mamá va a ir presa, ¿te queda claro?». ¿Qué va a decir el niño? He visto
filmaciones, en una jornada en Italia, en donde a un niño lo arrastraba la
policía para llevarlo con el padre. Una violencia terrible hacia esas niñas,
niños o adolescentes. Desde esta postura, se argumenta que el efecto
negativo del abuso sexual es a causa de las respuestas histéricas de las
madres, cuando se enteran de los abusos sexuales que ejercen los padres.
Es de locos.
Me pregunto: «¿Es que nadie leyó la fundamentación teórica de este
supuesto síndrome de alienación parental?». Y si la leyeron y están de
acuerdo, estamos muy mal. Es algo que vuelve a repetirse: las madres
que mienten, las denuncias falsas contra padres. Siempre está esa idea.
La promulgación de esta nueva ley nos lleva redoblar los esfuerzos, a
redoblar nuestra formación, sobre todo, porque así lo amerita el tema y
su complejidad. A redoblar nuestro trabajo desde los equipos interdisci-
plinarios y el trabajo para el autocuidado, en conjunto con otros técnicos
y técnicas en espacios de supervisión, en espacios de discusión, porque
esta ley implica un retroceso muy importante.
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Conversación con Carina Bordes Leone
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mayo Bruzzone: Quiero mencionar que, a pesar de la angustia, de
lo arduo que es todo esto, es un trabajo realmente valioso y es muy
importante trabajar desde una perspectiva ética, con entusiasmo, va-
lorando la profesión, valorando lo que uno hace con tanto cariño y
respeto. Es algo que nos da el incentivo y la gratificación, a pesar de
todo, para continuar, para redoblar los esfuerzos, como decía Carina.
Para seguir en el camino de la formación, del enriquecimiento perso-
nal de cada uno y en el intercambio con otros, que es la mejor manera
de posicionarnos y también es la forma en la que vamos a tener un
impacto más positivo, que es el que queremos, respecto de esas per-
sonas que tanto sufren.
maSeda: Por eso, desde el Consejo Editorial de Equinoccio considera-
mos muy importante que este material pudiera ser trabajado de esta
manera, con una mirada crítica. Les agradecemos mucho la transmi-
sión de esta experiencia. Corresponde destacar el trabajo que reali-
zan desde un rol profesional profundamente comprometido con los
más vulnerables.
mayo Bruzzone: Gracias.
BordeS leone: Gracias a ustedes.