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Reconocimiento e intersubjetividad. Apuntes sobre la alteridad en psicoanálisis
Luis Correa Aydo
francesa veintitrés acepciones diferentes. Más modesto, el diccionario de
la Real Academia Española (2014) solamente indica doce acepciones,
pero, como Ricoeur agrupa las veintitrés del francés en diez conjuntos
según tengan significado parecido, la diferencia no parece tanta.
En esa labor de síntesis, de «polisemia regulada» (Ricoeur, 2005,
p. 12), el filósofo distingue finalmente tres áreas a las que puede aplicarse
la noción de reconocimiento: la de la identificación (de los objetos que
se ofrecen a la percepción), la del reconocimiento de sí y la del recono-
cimiento mutuo. Es evidente que las tres guardan algún tipo de relación.
La primera, que se juega sobre todo en la esfera cognitiva, es condición
de las otras dos y la segunda lo es de la tercera. Por lo tanto, el reconoci-
miento mutuo sería la forma más compleja y, a la vez, por sus consecuen-
cias, la más notable desde el ángulo antropológico.
Por supuesto, desde el punto de vista cognitivo, esta capacidad de mu-
tuo reconocimiento no es exclusiva de nuestra especie, pero, en nuestro
caso, al estar impregnada de significados que van más allá de lo concreto,
que pueden tener carácter simbólico e incluir categorías a veces muy
complejas, delimita un territorio propiamente humano, atravesado por el
lenguaje y explorado por la ética. Lo paradójico es que esta complejidad
puede llevar a que, contrariando la evidencia perceptiva, el ser humano
pueda excluir activamente a otro de su especie, es decir, desconocer su se-
mejanza. Cuando decimos que un proceso nos deshumaniza, usamos una
terminología que en rigor no sería aplicable a ninguna otra especie. Por
el contario, hallar lo semejante en lo diverso, y viceversa, constituye un
horizonte que quizás, como nunca antes, caracteriza a los movimientos
sociales y filosóficos de nuestra época.
En definitiva, los desarrollos de Ricoeur son muy útiles para situar
con rigor el tema del reconocimiento en toda su amplitud, pero, a nues-
tros efectos, lo que nos interesa es el interjuego planteado entre el reco-
nocimiento de sí y el reconocimiento mutuo. Dedicaremos lo que sigue a