83
Equinoccio. Revista de psicoterapia psicoanalítica, 4
(1), enero-junio 2023, pp. 71-86.
ISSN: 2730-4833 (papel), 2730-4957 (en línea). DOI: doi.org/10.53693/ERPPA/4.1.5
de confianza puesto en esas figuras, tal vez idealizadas y cargadas de
omnipotencia para el paciente, como lo fueron sus figuras paternas en la
infancia. O, por el contrario, se pueden constituir en figuras persecutorias,
castradoras y abandónicas, tal como el paciente puede haber experimen-
tado a sus figuras parentales, posiblemente. Escuchamos expresiones ta-
les como «Era su conejillo de Indias», «No me vio más, me abandonó».
En el caso de María, una frase que repetía con frecuencia era: «Ustedes
me cambiaron la vida», lo cual da cuenta de una vivencia inédita de gran
impacto, pero a su vez de contención y sostén afectivo.
En la viñeta planteada, pensamos que la situación transferencial gi-
raba en torno a la búsqueda de aceptación. Al colocarse en el lugar de
buena paciente - buena hija, esperaba encontrar el lugar de afecto que
frecuentemente venía solicitando mediante su sintomatología. Sus viven-
cias traumáticas con las figuras de apego se ponían en escena a través del
dolor somático como mensaje. Y la validación de este por esas nuevas
figuras de cuidado (equipo médico) significaban, para María, la respuesta
que esperaba desde el entorno.
El otro polo de la relación, la contratransferencia —que también es
un proceso inconsciente—, ocurre cuando el médico responde a la trans-
ferencia del paciente de un modo similar. La transferencia de afectos, tan
intensos como la dependencia o la idealización, pueden promover en la
figura del médico sentimientos de grandiosidad y omnipotencia, y que
se sienta alimentado en su narcisismo por el paciente. Del mismo modo,
puede ser depositario de los sentimientos de hostilidad ante la amenaza
del abandono o por no haber brindado calma de la manera que se espe-
raba. Ello puede hacer contraactuar al profesional de la salud en términos
de protegerse, aislarse, abandonar al paciente o devolver su hostilidad
con actuaciones cruentas, de las cuales, por supuesto, no percibe la cone-
xión inconsciente, solamente experimenta el afecto, pero no puede unirlo
a su conducta.