41
Equinoccio. Revista de psicoterapia psicoanalítica, 4
(1), enero-junio 2023, pp. 33-43.
ISSN: 2730-4833 (papel), 2730-4957 (en línea). DOI: doi.org/10.53693/ERPPA/4.1.2
la discriminación perpetrada por una minoría blanca, entonces, se ha des-
plazado el problema de la explotación hacia una mera y chata cuestión de
actitud cultural o discursiva. Se hace necesario abolir ese desplazamiento
al postular que hoy existe la explotación; y, en cierto sentido, existe más
que nunca antes en la historia, pero con una proliferación de pastores del
emprendedurismo con el estandarte del resultado y la eficiencia, capaces
de defender el imperativo del goce. Se trata de un problema cultural por-
que está profundamente ligado con el inconsciente capitalista que nos ha
sido creado y parece no tener marcha atrás.
Sin embargo, el capitalismo no se agota en la explotación y la ex-
plotación no es solamente explotación, sino también la creación de ten-
siones, síntomas y locura. Es necesario poner la explotación como con-
cepto en el lugar que se merece y lejos de cualquier reduccionismo. La
explotación no se trata de un monto ni de una cantidad, además de que,
ciertamente, no es el caso que debamos entender la explotación en virtud
de la experiencia personal directa, la vivencia o la creencia. En cambio,
la explotación es más bien algo abstracto, es decir, que no es reductible
a una especie de robo, sino que los individuos somos coartadas técnicas
para que alguien más haga más dinero.
La cantidad se transforma siempre en más cantidad, que no tiene
como destino la antigua burguesía, en tanto clase dueña de los medios de
producción, sino la propia máquina técnica del capital. Es decir, aquello
que se extrae en la explotación, retorna al circuito del capital en un juego
que se juega solo y que deja cada vez menos elementos por fuera de su
lógica.
En buen romance, el capital es capital únicamente cuando se posa
sobre una persona o sobre un objeto (mercancía) para poder incremen-
tarse. Eso es todo. Eso es una perversión. El capitalismo puede hoy sin-
ceramente exponer que se terminaron las grandes cuestiones ideológi-
cas. Esto quiere decir que se han cancelado no solamente el caro —y